((**Es16.134**)
No es fácil saber cuántos recobraron el don de
la fe a través de don Bosco. Hubo un sujeto que
fue recibido en audiencia y empezó diciendo:
-Señor abate, yo no creo en sus milagros.
-Jamás he dicho o insinuado, contestó don
Bosco, que yo haga milagros.
-Sin embargo, todos dicen que usted hace
milagros.
-Pues bien, todos se equivocan, yo sólo puedo
hacer una cosa, rogar al Señor que, por su
misericordia, se digne bendecir a las personas que
se encomiendan a nuestras oraciones, y el Señor, a
menudo, viendo la fe, las promesas de una vida
buena y las buenas obras, se digna escucharnos y
consolar a los afligidos.
-Si es así, no encuentro dificultad en creer;
pero sepa que hace cuarenta años que yo no me
confieso, porque no creo en la confesión.
-íMal, muy mal! No tengo ahora tiempo para
discutir porque hay afuera ochocientas personas al
menos que esperan audiencia; por tanto, me limito
simplemente a unas observaciones a título de
amigo. Supóngase que ha llegado al término de sus
días, que ya no hay remedio alguno, que el médico,
los parientes y usted mismo ven que a lo sumo le
queda una hora de vida. En aquel instante, entra
por casualidad don Bosco y le dice: <((**It16.152**)) con
Dios, son muy pocos los que rehusaron hacerlo, y,
de ordinario, gente viciosa. Si usted no arregla
las cuentas de su alma, será eternamente
desgraciado; si las arregla, Dios es tan bueno que
le da todavía el beso de paz>>. Y podría añadir:
<>qué ganaría
usted, si no se preocupara, si tuviese que
presentarse al juicio de Dios, como creen todos
los buenos católicos?>>.
Dígame, por favor: si se encontrase en las últimas
y don Bosco le hablase de este modo >>qué haría?
Si no quiere responder en seguida, le doy tiempo
para reflexionar y ya vendrá a contestarme en otra
ocasión.
-No, contestó el incrédulo, meditabundo y
visiblemente conmovido;
(**Es16.134**))
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