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mayo al secretario del Santo: <>. La
otra señora era la mujer del célebre financiero
Philippart. Después de encomendarse a don Bosco
para que ((**It16.147**)) una
persona querida se viese libre de una grave
acusación, se dirigía al secretario para que lo
informase si se conseguía la liberación, y le
suplicase que continuara las oraciones para que,
junto con los favores temporales, concediera Dios
a su familia también gracias espirituales;
mientras tanto enviaba un donativo a entregar en
mano al Siervo de Dios y pedía una nueva audiencia
1.
Había también obispos que escribían a don Bosco
cartas de recomendación, para obtener que
recibiese en audiencia particular a personas que
necesitaban hablarle. Así monseñor Héctor Chaulet
d'Outremont, obispo de Le Mans, le recomendaba muy
encarecidamente a un diocesano suyo 2.
Toda esta documentación demuestra que no se
acudía sólo al taumaturgo, sino también, y tal vez
más, al santo propiamente dicho, al hombre de Dios
rico de luces celestes para orientar almas a la
salvación. El mismo, sin guardar a que se lo
pidieran, daba avisos oportunos con este fin; lo
más frecuente era una palabrita sobre la
confesión. En el mes de mayo, hubo una señora que,
abriéndose paso entre el gentío, con toda la
energía de un corazón materno desgarrado, llegó
ante don Bosco y en el colmo de la desesperación
le contó que su hijo, encargado de la contabilidad
en una oficina del Gobierno, había sido arrestado
por sospechoso con otros y llevado a la cárcel;
que, al próximo
1 Véase Apéndice, doc. núm. 28.
2 Véase Apéndice, doc. núm. 29.
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