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con afecto de hijo, por ser cooperador salesiano,
el abate Moigno (26 de abril) le suplica le
conceda sólo unos minutos, el tiempo suficiente
para recibir una bendición 1; la señora Dufrasne
(20 de mayo) querría presentarle a su marido,
atormentado por monomanía religiosa, para que lo
bendiga y le alcance del Señor salud de mente; una
hija (21 de mayo) ansía llevarle la madre
paralizada para recibir su bendición; la baronesa
Racat de Roman (22 de mayo) necesita consejo y una
bendición; la señora Franconie (22 de mayo) ruega
humildemente ser admitida para recibir la santa
bendición; la señora D'Ervan de Tours (22 de mayo)
está desconsolada porque su hijo ingeniero e
inspector de ferrocarriles, no llegará a tiempo
para ver a don Bosco, cuando tendría suma
necesidad de recibir su bendición, que lo hiciera
volver a Dios y reanudar las prácticas religiosas
que ha abandonado; la señora Loison de Lavantie
(22 de mayo) no se puede calmar por haber recibido
el billete de audiencia con demasiado retraso; la
señora Pepin-Lehalleur (22 de mayo), a la que don
Bosco ha citado en la librería Josse para las
cinco y media de la tarde, recibe en el último
momento, de la señora Josse, aviso de no moverse,
porque tiene que cerrar su comercio para impedir
desórdenes, y, por ello, está desconsolada; el
sacerdote Baiville (23 de mayo), después de ir
varias veces inútilmente al mismo librero con la
esperanza de encontrar allí a don Bosco, vuelve a
pedir el favor de una audiencia por la necesidad
que siente de oír una palabra suya y recibir su
bendición; la señora Hiendonne (24 de mayo),
después de recibir el billete de audiencia y hacer
inútilmente cuatro horas de antesala y volver
otras dos veces, perdida toda esperanza, pide
humildemente que ruegue al Todopoderoso doblegue
((**It16.146**)) la
voluntad de un padre egoísta; la misma suerte ha
corrido la baronesa Des Graviers que, después de
haber ido inútilmente varios días a la calle Ville
l'Evêque, de acuerdo con la indicación de don
Bosco, le promete un donativo de mil francos, si
devuelve la paz a una alma turbada y alejada de
los deberes religiosos; la duquesa de Aremberg (23
de mayo) está dispuesta a retrasar unos días su
salida de París, con tal de obtener una breve
audiencia al día siguiente, a cualquier hora y en
cualquier lugar, y le ofrece mientras tanto su
hospitalidad en el palacio de Aremberg, cuando,
como se espera, vaya a Bélgica 2.
Pondremos fin a esta relación trayendo aquí lo
que escribían dos distinguidas señoras. Una, la
señora De Bouquet, refería el 22 de
1 Véase Apéndice, doc. núm. 26.
2 Véase Apéndice, doc núm. 27.
(**Es16.129**))
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