((**Es16.111**)
Los diarios franceses hablaron con respeto de
esta forma tan franca de limosnear de don Bosco.
Sin duda, exageraron en sus cálculos; pero no deja
de ser una verdad patente que los parisienses
dieron con largueza muy gustosos. Fue, además, un
luminoso testimonio de la santidad del hombre de
Dios. Don Miguel Rúa recordaba un episodio
singular. Una noche le dijo a don Bosco:
-íMal día el de hoy! No hemos recogido nada.
-íNo digas eso, respondióle el Santo. En
efecto, tenía todos los bolsillos repletos de
dinero; pero no llevaba allí todo. No sabiendo ya
dónde meterlo, en un momento que quedó solo, se
había desatado uno de los tirantes y con él había
atado una de las dos perneras del pantalón por
abajo y lo había convertido en saco para echar
dentro todo ((**It16.124**)) el
dinero que le daban. Así, pues, en presencia de
don Miguel Rúa comenzó a sacar y se encontró que
había recogido varios miles de francos.
Recibió una muestra particular de consideración
de la presidencia de un Congreso. El día nueve de
mayo se inauguró en París el XII Congreso de los
Católicos franceses, que se reunieron en gran
número en la sala Hertz. Bajo la presidencia
honoraria de monseñor Richard y la efectiva del
señor Chesnelong, los más ilustres representantes
de la Francia católica estudiaban los medios para
oponer un valladar a la invasora obra laicizante
del Gobierno masónico. Ahora bien, don Bosco
recibió invitación formal para presidir una
reunión. Era, sin duda, un gran honor al que, sin
embargo, debió renunciar, porque, habiendo salido
el día cinco de París hacia el norte, no podía
estar de vuelta antes de la mitad del mes 1.
Fueron incontables los que se encomendaron a
las oraciones de don Bosco durante su estancia en
París. Para satisfacer de alguna manera el deseo
de tantos, determinó hacer, del día quince al
veinticuatro de mayo, la novena a María
Auxiliadora, según las intenciones de los
peticionarios, invitando a cuantos lo quisiesen, a
unirse a él con el rezo de tres padrenuestros,
avemarías y glorias al Sagrado Corazón de Jesús,
tres salves a María Auxiliadora y las invocaciones
repetidas también tres veces: Cor Jesu
Sacratissimum, miserere nobis y María Auxilium ora
pro nobis. Una comisión de damas nobles
constituida en París para la propaganda salesiana,
publicó incluso su anuncio en los diarios 2.
Entre las cartas de pésame llegadas a Turín
después de la muerte
1 Unit… Cattolica, del día 15 de mayo de 1883 y
Apéndice, doc. núm. 23.
2 Le Monde, 12 y L'Univers, 13 de mayo de 1883.
(**Es16.111**))
<Anterior: 16. 110><Siguiente: 16. 112>