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((**Es16.107**) No podemos dejar en el olvido lo de sus vestidos. No pocas veces volvió a casa con la sotana hecha trizas; en una ocasión se la cortaron de arriba a abajo y se llevaron toda la parte posterior, de suerte que se tuvo que poner en seguida el gabán. Y también aquel gabán tuvo su historia, como vamos a contar. Un día fue invitado don Bosco a visitar a la marquesa ((**It16.119**)) de Pollerat, que tenía una hija enferma desde hacía diez años. Apenas entró, intimó a la enferma que tuviese fe en María Auxiliadora y se levantara de la cama, porque estaba curada. La joven obedeció y se encontró perfectamente sana. Su madre hízole después un donativo de diez mil francos y, luego, suplicó a don Camilo de Barruel que le facilitase algún objeto de don Bosco, dispuesta a pagar lo que quisiese. Don Camilo le propuso el gabán que llevaba puesto el Siervo de Dios, a condición de que diese doscientos francos. La Marquesa se los envió de buen grado, reclamando lo prometido. El padre de Barruel le contestó, unos días después, diciendo que ya no tenía los doscientos francos y que no convenía privar a don Bosco de su gabán, mientras no tuviese otro para sustituir al primero. La señora volvió a enviar otros doscientos francos; pero el gabán ya se lo había llevado otro señor, soltando sus buenos francos y aun sahumados. La buena Marquesa, enterada de lo sucedido, no se alteró, sino que volvió a enviar doscientos francos, para que se le diese, al menos el gabán recién estrenado. En conclusión, el asunto se demoró tanto que, en fin de cuentas, la Marquesa para tener el suspirado gabán desembolsó mil francos en cinco entregas. >>Y adónde había ido a parar el primer gabán? La condesa de Combaud le había pedido insistentemente que se lo cediera a ella. -Pero yo no puedo quedarme sin él, respondía siempre don Bosco. -íBusque otro! ->>Y cómo? ->>Cuánto cuesta? -Ochenta francos. -íTenga ciento! Y se los dio al instante. Al día siguiente, fue la señora tranquilamente a retirarlo. Pero: -He gastado los cien francos, le dijo don Bosco, el cual enviaba el dinero a uno y otro lado, a medida que tenía las cantidades correspondientes para las necesidades de las casas de Francia, de la iglesia ((**It16.120**)) de Roma y del Oratorio. La Condesa, pues, le dio otros cien francos y volvió unos días después para recoger el famoso gabán. Pero, (**Es16.107**))
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