((**Es15.94**)
A principios del año 1884 la endeble salud de
don Bosco parecía que le impediría hacer el viaje
que acostumbraba realizar por aquellas fechas a
Francia. El Conde lo estaba esperando con
verdadero deseo. El Beato le respondió el 11 de
febrero:
<>.
Es cierto que había pensado anticiparles esta
visita, presentándose tamquam fur (como un ladrón)
en La FarlŠde hacia el 20 de septiembre de 1883 1;
pero las circunstancias no se lo habían permitido.
Con todo, el Conde le había preparado lo que
habría sido la finalidad de aquel <>, como
se desprende claramente de lo que le escribió el
Beato el 15 de octubre:
<((**It15.97**)) se han
adelantado los trabajos y los constructores piden.
Bendito sea Dios y mil gracias a ustedes, señor
Conde y señora Condesa. Ustedes son, en verdad,
nuestra providencia y los instrumentos elegidos
por la mano de Dios para acudir en nuestro
auxilio>>.
Para retirar los dones de la Providencia fue
entonces don Miguel Rúa, a quien don Bosco encargó
concertara con los Condes el viaje a Roma, que
tanto deseaban ellos. El Beato llegó a la Ciudad
Eterna en el mes de abril de 1884, y al contar,
con fecha del 16 de abril, la marcha de la
construcción, aludió a este viaje: <>.
El 24 notificaba la vuelta de don Miguel Rúa,
que había ido a
1 Carta, desde san Benigno Canavese, 25 de
agosto de 1883.(**Es15.94**))
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