((**Es15.90**)
fechada el 15 de enero de 1886: <>. De cuanto precede se deduce
que, en junio de 1885, no había dicho aún nada a
los Condes Colle.
La última aparición de la cual hayamos tenido
noticias tuvo lugar en la noche del 10 de marzo de
1885.
Don Bosco insistía a Luis para que le dijese
alguna palabra y éste le respondió:
-En la sacristía de la catedral de Tolón usted
rezó para que yo sanase.
-Sí, pedí por tu curación.
-Pues bien, fue mejor que no sanase.
->>Cómo es posible? Habrías hecho muchas obras
buenas, habrías proporcionado muchos consuelos a
tus padres, te habrías dedicado enteramente a
glorificar a Dios...
((**It15.92**)) ->>Está
seguro de ello? Usted mismo ha pronunciado una
sentencia amarga para mí, amarga para mis padres;
pero fue por mi bien. Cuando usted pedía por mi
salud, la Santísima Virgen decía a Nuestro. Señor
Jesucristo: Ahora es mi hijo; me lo quiero llevar
ahora que es mío.
->>Cuándo nos debemos preparar para ir al
cielo?
-Se acerca el momento en el que le daré la
explicación que desea.
Don Bosco contó a los Condes todo esto en la
galería junto a su habitación el 1.° de junio de
1885, vigilia aquel año de la festividad de María
Auxiliadora. Terminado su relato, observó:
-Indecible era la belleza de los ornamentos que
cubrían la persona de nuestro querido Luis.
Solamente la corona que le ceñía la frente, habría
requerido no días o meses, sino años para
examinarla detenidamente, tal variedad de adornos
ofrecía a la vista, haciéndose cada vez más
brillante y haciéndose mayor a medida que se la
contemplaba.
Los padres, antes de conocer todas las cosas
sucedidas después del mes de marzo de 1883 y que
les fueron contadas en el 1885, no estaban muy
tranquilos sobre la suerte del hijo, por lo cual
pedían a don Bosco hiciese oraciones especiales en
sufragio del alma del difunto. El Beato les
respondió una vez:
-He comenzado ya la novena de misas,
comuniones, oraciones especiales por nuestro Luis,
que creo se reirá de nosotros, porque rezamos por
él para sufragar su alma, cuando, en realidad, es
ya nuestro protector en el paraíso y continuará
protegiéndonos hasta que nos acoja en la felicidad
eterna.(**Es15.90**))
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