((**Es15.83**)
Era la festividad del Patrocinio de San José,
tercera domínica después de Pascua. Estando en la
sacristía de la capilla existente junto a la
iglesia en construcción del Sagrado Corazón, vio a
Luis sacando agua de un pozo.
->>Para quién sacas tanta agua?, le preguntó.
-Para mí y para mis padres.
->>Y por qué en tanta cantidad?
->>No comprende? >>No ve que se trata del
Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo?
Cuanto más tesoros de gracia y de misericordia
salen de El, tanto más queda.
((**It15.84**)) ->>Y
cómo es que te encuentras aquí?
-He venido a hacerle una visita y a decirle que
soy feliz.
En aquella ocasión permaneció en Tolón del 5 al
14 de marzo y contó otras muchas cosas, que no
todas fueron escritas. Entre otros detalles,
afirmó que Luis, en sus diversas apariciones, se
le presentaba siempre vestido distintamente y que
interrogado por él sobre la causa de esta
variedad, le contestó:
-Esto es solamente para satisfacción de su
vista.
Conservaba siempre en el rostro los mismos
rasgos que cuando vivía, pero sus mejillas estaban
llenas y su expresión alegre; de su persona salían
ciertos reflejos dorados y sus vestidos eran del
color del lirio y de la rosa y aun más
espléndidos; su mirada era radiante y de una
luminosidad que iba en aumento por momentos hasta
deslumbrar al que se fijaba en ella. Refiriéndose
a las apariciones durante la misa, dijo que
duraban apenas un minuto o minuto y medio y que,
si se hubiesen prolongado un poquito más, habría
caído al suelo, al no poder soportar aquel
contacto con el mundo sobrenatural.
En cuanto al valor de las apariciones, la
Condesa, que estaba dotada de una esclarecida
inteligencia, preguntó a Don Bosco sobre el
particular, el cual, como ella escribe, se expresó
en estos términos:
<>.
Volvamos a los hechos narrados por el Beato en
aquella circunstancia.
Un día Luis le presentó una rosa,
diciéndole:(**Es15.83**))
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