((**Es15.80**)
Aquí entramos en un mundo de fenómenos, que
sobrepasan lo natural y que vamos a exponer de
acuerdo con los documentos aparecidos.
El Beato por primera vez manifestó algo a la
señora en una carta fechada el 4 de mayo de 1881:
<>.
No juzgó oportuno decir más por escrito; pero
le manifestó más tarde de viva voz lo que entonces
no había dejado saltar de la pluma.
El 3 de abril, mientras estaba confesando, le
vino, como el decía, una distracción: vio a Luis
en un jardín, donde se divertía con algunos
compañeros; parecía completamente feliz.
La visión duró un instante. Luis no le dijo
nada, pero sólo el verle infundió en el corazón de
don Bosco la persuasión de que se encontraba en el
Paraíso. Con todo, continuó rezando por él,
pidiendo a Dios que le diese a conocer algo más,
esperando de su infinita misericordia este favor,
pues deseaba ardientemente en el límite de lo
posible consolar a un padre y a una madre
sumergidos en la desolación por la pérdida del
único hijo.
Dios le escuchó mucho más de lo que podría
haber imaginado.
El 27 de mayo, festividad de la Ascensión, el
Beato celebraba la misa en la iglesia de María
Auxiliadora, ofreciendo el Santo Sacrificio según
la intención de los padres de Luis, que asistían a
él, cuando en el momento de la consagración vio al
joven en un mar de luz, de bellísimo aspecto, muy
alegre, grueso y rubicundo, con vestidos rosados y
sobre el pecho algunos bordados de oro. Don Bosco
le preguntó:
->>Para qué vienes ahora, querido Luis?
-No es necesario que vaya a parte alguna,
respondió. En el estado en que me encuentro no
necesito caminar.
((**It15.81**)) ->>Eres
feliz, querido Luis?
-Gozo de la más perfecta felicidad.
->>No te falta nada?
-Sólo me falta la compañía de mis padres.
->>Por qué no haces de manera que ellos te
vean?
-Porque sería para ellos motivo de grave pena.
Y dicho esto, desapareció.
Pero durante las últimas oraciones se hizo ver
nuevamente y después en la sacristía, esta vez
acompañado de algunos jóvenes del Oratorio,
fallecidos durante la ausencia de don Bosco, que
se sintió consolado ante esta aparición.(**Es15.80**))
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