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que tenía gran esperanza de que el enfermo sanase,
después de recibida la bendición de don Bosco.
El Beato contestó que no podía ir a Tolón, pero
que rezaría por el enfermo, y a pesar de todas las
instancias que se le hicieron, no se consiguió que
accediese a la demanda. Una semana después, el
párroco volvió a comparecer ante don Bosco,
resuelto a no moverse de allí hasta que su súplica
fuese atendida. Don Bosco no persistió en su
negativa, pero no ocultó que le contrariaba ir a
Tolón para sanar a un enfermo; añadiendo que iría
a dicha dad para dar una conferencia a los
Cooperadores. Y así quedaron en que, para el 1.°
de marzo, cumpliría lo prometido.
Al llegar a Tolón, el Beato fue a casa del
enfermo, que lo esperaba con los brazos abiertos,
pero sin dar señal alguna de impaciencia. Lo
encontró consumido por la tuberculosis. Cuando
estuvieron solos, don Bosco quedó admirado de la
sencillez y del candor de aquella alma: le pareció
un San Luis de nombre y de hecho. Viéndole maduro
para el Paraíso, lo dispuso a que hiciese
voluntariamente el sacrificio de su vida al Señor;
y entonces comprobó cómo se mostraba dócil a los
movimientos de la gracia, aceptando rápidamente
los pensamientos que le eran sugeridos,
abandonándose por completo en los brazos de Dios.
A pesar de ello, no le disuadió de que no rezase
por su curación, al menos en consideración a la
situación angustiosa de los padres; sólo le
exhortó a que pusiese la condición de si era
ventajoso para el bien de su alma.
((**It15.76**)) Dios lo
llamó a sí el 3 de abril siguiente. Después de
recibir los últimos Sacramentos, dijo a los suyos:
-Me voy al Paraíso; me lo ha dicho don Bosco.
El recuerdo de este joven quedó grabado
indeleblemente en el corazón del Beato, que
concibió la idea de escribir su biografía, y así
lo hizo en efecto con la mayor solicitud 1.
1 Tres son nuestras fuentes: la misma
biografía, su correspondencia epistolar y algunas
notas biográficas de la condesa Colle. De la
biografía hablaremos enseguida. La correspondencia
comprende ochenta y dos cartas, setenta y cinco de
las cuales son de don Bosco, una de don Julio
Barberis, tres del reverendo De Barruel y tres de
don Miguel Rúa. Todas están en francés, menos una
de don Bosco y la de don Julio Barberis. El
francés de don Bosco es sencillo y un poco a la
buena, tal y como le salía, cálamo currente, como
se ve por la escritura. Las cartas abarcan un
período de casi seis años y medio, desde el 4 de
mayo de 1881 al 17 de octubre de 1887. Las notas
de la señora contienen apuntes de las
conversaciones habidas con don Bosco sobre las
apariciones de Luis. Cuando ella murió, se
encontraron en el legajo de su correspondencia y
apuntes, dos notitas, una del 3 de junio de 1886 y
otra del 7 de abril de 1889, en las que rogaba
encarecidamente a sus herederos que remitieran
todo aquello a los Salesianos, en la persona de
don Pedro Perrot o de cualquier otro salesiano.
De las cuarenta y seis cartas y las notas hacía
ya muchos años, que se tenía copia; pero
los(**Es15.76**))
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