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reducidos al hambre, obligados a gritar: íViva el
Papa! íAbajo la República!; que el Director
sostenía correspondencia con el pretendiente al
trono francés; siendo inexplicable la tolerancia
del Gobierno con semejantes frailucos,
atormentadores de los muchachos; tanto más
inexplicable después de las informaciones y
protestas de los ciudadanos. El malvado escritor
que firmaba su diatriba, concluía así:
<>.
íQué oportuna llegó, pues, la publicación del
doctor D'Espiney que apenas puesta a la venta, la
arrebataban de las manos! Por otra parte, habían
sido muchos en Marsella los que habían visto a don
Bosco y experimentado lo que decía D'Espiney en la
primera página del libro:
<>.(**Es15.74**))
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