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parte, no dejaré, como ya le prometí en otra
ocasión, de encomendar al Señor diariamente su
salud corporal, la salvación de su alma y los
intereses de toda su familia.
Dios le bendiga, querido, bendiga a su señora
esposa, yernos, hijas y nietos y conceda a todos
la gracia de vivir felices en el santo temor de
Dios.
Entre tanto, mientras recomiendo mi pobre alma
y las de mis jovencitos a la caridad de sus santas
oraciones, tengo sumo gusto en poderme profesar
con sincero afecto de su V. S. Ilma.
Turín, 28 de septiembre de 1866.
Afectísimo seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
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E
Benemérita Sra. Condesa:
Si Dios quiere, el lunes por la mañana, estaré
en Florencia, donde espero resporider
personalmente a su carta.
Esta mañana, nuestros jóvenes han hecho su
sagrada comunión según su piadosa intención y la
de su señor marido.
Dios les bendiga a todos y rueguen por mí, que
soy en el Señor,
Turín, 8 de diciembre de 1866.
Seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
F
Benemérita Sra. Condesa:
He recibido su carta, por la que comprendo los
grandes temores que la afligen sobre el futuro de
sus nietos. Nada te turbe, decía Santa Teresa.
Oración y confianza en la bondad del Señor.
Por tanto, durante dos meses, trate de recitar
usted y los que buenamente puedan hacerlo con
usted tres Pater, Ave y Gloria al Santísimo
Sacramento con tres Salve Regina a la Santísima
Virgen Auxiliadora.
He dispuesto precisamente que, desde esta
mañana hasta el plazo antes citado, seis
jovencitos hagan la comunión y oraciones
especiales cada día. En la santa misa, yo haré
cada mañana un memento especial.
Prometan sus parientes que, pasado el tiempo de
tal peligro, ofrecerán alguna cantidad para la
continuación de las obras de la iglesia de María
Auxiliadora.
En la ciudad de Carmagnola ocurrió un suceso
atroz. Un perro rabioso mordió en ambas mejillas a
(una) niña de aproximadamente seis años.
Los médicos no daban ninguna esperanza; se hizo
la propuesta de sajar toda la encarnadura de las
mejillas para extirpar la parte contaminada, lo
que era en cierto modo anticipar la muerte de la
pobre niña.
También se propuso hacer la oración antes
citada y, gracias a Dios y a su gran Madre, la
niña sanó de sus heridas y hace ya cuatro meses
que está en perfectas condiciones de salud.
Tengamos todos fe viva; María no permitirá
ninguna de las desdichas que pudiéramos temer.
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