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((**Es15.715**) C Benemérita señora Condesa: Con sumo agrado he recibido sus noticias y agradezco a Dios que les conserve a todos con salud. Si los viajes por ferrocarril no hubiesen sido irregulares o suspendidos, hubiera ido a hacerles una visita; pero se impone el esperar. En cuanto al asilo Capponi, conviene sobre todo dejar hacer lo que aconseje la Providencia. Si pudiera opinar, le diría que aquí en Turín están las Magdalenas que (tienen) como fin preciso recoger y poner en el buen camino a jóvenes descarriadas. Tienen éstas ya una casa en Brescia; en otoño próximo abrirán otra en Venecia. Son emprendedoras, fervorosas y cobran poco; entre nosotros hacen mucho bien. >>Quién sabe si podrían convenir? Yo siempre he encomendado al Señor a usted y a toda su familia en nuestras oraciones comunitarias y le doy palabra de que seguiremos haciéndolo hasta que estemos todos en el paraíso. ((**It15.841**)) Nuestra familia está bien; la cúpula de la iglesia está a punto de acabarse, pero, por falta de fondos, los trabajos se han reducido a la mínima expresión. Podemos decir que la principal donante para la iglesia es la misma María Auxiliadora. Cada día se comienzan novenas con promesa de alguna ofrenda, si se obtiene la gracia; hasta ahora, nadie se vio frustrado, y así conseguimos seguir sin parar las obras de construcción. Me gustaría saber si la Marquesa Gerini está en Florencia. Diga a su señor marido que tengo una buena noticia que darle, pero que no puedo manifestársela hasta dentro de dos meses, a partir de la fecha de hoy. Dios bendiga a usted, señora Condesa, a su señor marido, a sus hijas, yernos y nietos. Encomendándome a sus plegarias, auguro a todos las bendiciones del cielo y me Profeso de V. S., Turín, 20 de julio de 1866. Seguro servidor, JUAN BOSCO, Pbro. P. D. Recibo en este momento noticias de la Marquesa Villarios, que anda muy ocupada con la Rifa en Roma. Me comunica que está bien. D Muy querido Señor mío: Dos cosas estoy en condiciones de poderle participar, pasados los dos meses de la fecha en que escribí la carta a su señora esposa: ha llegado la paz y el regreso de obispos y sacerdotes que estaban fuera de sus residencias. Me figuraba que ambas cosas le causarían verdadero placer. Cierto que no se ha rematado aún todo esto, pero lo creo inminente. Por lo demás, me alegro de que una palabra soltada al aire sin parar mientes, le haya dado motivo para escribirme su apreciada carta. Hace usted bien en depositar la gestión y el éxito de sus intereses en manos de nuestro Padre celeste; él sabe, puede y quiere lo que es mejor para nosotros. Por mi (**Es15.715**))
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