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de la Catedral, rogó al Santo que tuviera la
bondad de ir a bendecir a los alumnos de su
escuela y dirigirles unas palabras edificantes. Le
prometió la visita para la mañana siguiente. El
director de la Escolanía hizo a los niños las más
insistentes recomendaciones para que no se rieran
del acento extranjero y de las expresiones poco
francesas de don Bosco. Tales recomendaciones
fueron innecesarias, puesto que, desde que el
Santo apareció ante ellos, quedaron embelesados
con su sonrisa y su mirada. Y con el más profundo
respeto escucharon su plática y, recibieron su
bendición. Después se dirigió él a toda prisa
hacia la puerta de salida situada al fondo del
local.
Pero de repente, se detuvo ante un chico de
doce años, colocado en el extremo de uno de los
bancos, clavó la mirada en sus ojos, colocó una
mano sobre su cabeza y con una sonrisa de inefable
dulzura, le dijo en un mal francés:
-Tú seras sacerdote...
Y siguió su camino.
A decir verdad, el niño se alegró y ufanó más
de la preferencia de que había sido objeto que de
lo que le había dicho. Sin embargo, no olvidó
nunca lo uno ni lo otro... Han pasado cuarenta
años, es sacerdote ((**It15.828**)) y su
único deseo es serlo según el corazón de San Juan
Bosco.
Este sacerdote, señor Director, lo adivina
usted sin demasiados esfuerzos es el mismo que
suscribe estas líneas, que le envía, con los
mejores deseos para usted, para su Boletín y para
toda la Obra Salesiana, el homenaje de su
religioso afecto.
Tolón, 21 de diciembre de 1933.
E. MONTEILS
V (el original en francés)
Extracto de los anales del primer
monasterio
de la Visitación de Marsella.-Año
1880
El treinta de enero, el señor canónigo Gastaud,
nuestro venerado Superior, acompañó a don Bosco,
que celebró el Sto. Sacrificio de la misa en
nuestra iglesia. Este digno sacerdote considerado
como el Taumaturgo de nuestro siglo, se dirigía al
locutorio. Nos bendijo y nos prometió la ayuda de
sus plegarias. Nosotros se las pedimos
especialmente por las Hermanas enfermas en aquel
momento. <>,
respondió en un tono inspirado don Bosco. El Rvdo.
Gastaud. impresionado por su tono de seguridad,
creyó ver en aquellas palabras un indicio de la
voluntad de Dios y propuso al ilustre visitante
que entrara en el Monasterio, lo que él aceptó
enseguida. Le condujimos primero a la enfermería,
donde nuestra querida hermana sor L. G., sufría
hacía meses. Nosotras deseábamos mucho su curación
y la esperamos un momento; pero don Bosco la
bendijo y la exhortó a la paciencia y al abandono
en Dios. La pobre enferma presintió que no debía
esperar ya su restablecimiento... El diez de
agosto, en efecto, entregaba su alma a Dios...
...Entró a continuación en una celda vecina,
ocupada por la señorita Magdalena Adriana Perrier,
sobrina de nuestra venerada Sor María Inés; el
enviado de Dios la animó a encomendarse a Nuestra
Señora Auxiliadora, le dio una medalla suya, y
Prometió a la joven enferma que la Santísima
Virgen la curaría, lo que sucedió inmediatamente
después de esta visita. La señorita Adriana
ingresó muy pronto en
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