((**Es15.694**)
que entrevieron en los hechos achacados a don
Hermenegildo un matiz bastante diverso y
difícilmente definible.
4.° Los hechos de que se acusa a don
Hermenegildo Musso estaban evidentemente
inspirados en un sentimiento muy distinto. Lo que,
por exceso y exageración, podría calificarse de
reprensible, no era, por el contrario, tal como
para considerar dichos actos como los que
considera la ley como punibles y dignos de severas
penas.
Por esta y otras razones que podrán ser
ulteriormente expuestas, se insta a la Excma.
Corte a anular la denunciada sentencia y, tras un
examen más ponderado y un juicio más imparcial,
declarar no culpable a don Hermenegildo Musso del
reato que le ha sido puesto.
En nombre del apelante
C. T. VILLA
Presentado hoy en esta Cancillería por el Sr.
José Rossi, de Turín, procurador especial de don
Hermenegildo Musso,
Cremona, en la Cancillería del Tribunal, día 6
de abril 1882
Por el Canciller,
B. MARA
86 (el original en francés)
Don Bosco, a los peregrinos
franceses
Señores:
Tendría muchas cosas que deciros, si pudiese
expresar cuanto me sugiere el corazón y manifestar
todas las ideas que se agolpan en mi espíritu, al
veros reunidos aquí al final de vuestra larga
peregrinación. Os hablo con toda sencillez y sin
ninguna preocupación, como un amigo a otro amigo.
Me siento muy feliz al veros aquí. Habéis querido
venir a visitar a María Auxiliadora, tras haber
puesto a los pies del Soberano Pontífice el
homenaje de vuestra fe católica y vuestra
fidelidad. El pobre don Bosco y sus muchachos no
se merecían vuestra visita, pero ellos y todos
estamos sumamente contentos; y, por mi parte, no
soy capaz de expresar el placer que con ello
experimento. Me siento siempre ((**It15.816**)) feliz
cuando un grupo de extranjeros viene a visitar
nuestro Oratorio, pero más aún cuando estos
extranjeros son peregrinos; y sobre todo, cuando
tales peregrinos son franceses. Francia nos ha
ayudado mucho, principalmente en estos últimos
tiempos, y si esta casa es lo que es al presente,
a Francia se lo debemos. Nuestras dos naciones
atraviesan en estos momentos circunstancias muy
difíciles; están recorriendo un camino penoso, y
parece que sea una de las vías más admirables de
la Providencia, uno de los designios
extraordinarios de su voluntad, servirse de
Francia para acudir en nuestra ayuda.
No puedo en este momento manifestaros todo con
detalle, pero si me fuera permitido hacerlo, ya
veríais cómo Francia es el apoyo material y el
sostén moral de Italia.
Acabáis de darnos un hermoso ejemplo, yendo a
depositar a los pies del Santo Padre, como
testimonio de amor y veneración, las cruces que
habéis traído de Jerusalén.
(**Es15.694**))
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