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civiles y judiciales. Se extiende a la Religión,
porque además de que sirve, como ya he dicho, a
hacer buenos cristianos a tantos jovencitos, ayuda
al mismo tiempo a muchos a convertirse en
sacerdotes, cuya persona y talento servirán para
el sostenimiento de la Religión en nuestras
tierras, mientras otros valerosos, siguiendo las
huellas de los Apóstoles, irán como misioneros a
propagarla entre los pueblos que todavía no la
conocen, como hacen hoy día muchos salesianos en
Patagonia. Se extiende todavía a la Religión;
((**It15.791**)) porque
parte de dicha limosna se emplea para levantar
iglesias para el culto divino, en las que se
predica la verdad enseñada por Jesucristo, y se
defiende y practica al presente y en el porvenir.
Que además se extienda al tiempo y a la eternidad,
fácilmente se deduce de otras ventajas que la
limosna aporta a quien la recibe y a quien la
hace.
Y aquí, dejando don Bosco de lado la utilidad
temporal y eterna que la limosna produce a los que
la reciben, habló de la utilidad que reciben los
mismos que la hacen por amor de Dios, sacándole
del santo Evangelio y de las palabras que se leen
en el libro de Tobías, en favor de la limosna.
Todos, dijo don Bosco, necesitamos recibir
limosna de Dios. Necesitamos que Dios dé salud a
nuestro cuerpo y a nuestras familias, fertilidad a
los campos, buen resultado a nuestros negocios y
todo lo demás. Y bien, >>cuál es el medio más
eficaz para obtener esta limosna de Dios? Oídlo de
labios del mismo nuestro Señor Jesucristo: Date et
dabitur vobis, dad y se os dará: dad limosna a los
demás y Dios os la dará a vosotros. En otro lugar
promete el mismo divino Salvador retribuir en esta
tierra el ciento por uno de cuanto se dé por su
amor: Centuplum accipiet in tempore hoc. Dios da
este céntuplo, no sólo en bienes espirituales,
sino, como explican los Santos Padres, también en
bienes temporales.
Hoy se deploran grandes robos, incendios,
asaltos, y cosas peores. Son ciertamente males,
son dolorosos desórdenes, pero digámoslo también:
una buena parte de estos males son por causa de
aquellos que, pudiendo, no hacen limosna. Si aquel
acaudalado, aquel rico alargase un poco más su
mano a los Institutos de caridad, si hiciese
retirar a sus expensas a esos jovencitos, medio
abandonados, libraría a muchos individuos del
peligro de llegar a ser ladrones y malhechores. Si
esos señores, si esas señoras, si esos
propietarios hicieran limosna, apartarían a muchas
personas de la mala vida y serían más queridos por
los pobres, y más respetados en sus haciendas, en
sus negocios, en sus posesiones; y así no habría
que deplorar tantos delitos. En cambio con la
avaricia, con el interés, con la tacañería, con la
dulzura de corazón, mientras dejan crecer a tantos
malhechores en medio de las calles, mientras dejan
languidecer a tantas familias en el fondo de la
miseria y las ponen en la dura necesidad de
obtener por la fuerza lo que les es negado por
caridad, se hacen además mal querer y odiar y, en
un alboroto, serán los primeros en pagarlo. Y
después, >>qué sucederá? Un día, quizá no lejano,
se cumplirán también aquí las desdichas anunciadas
por Jesucristo y por el apóstol Santiago contra
los ricos sin corazón: Vae vobis divitibus, ay de
vosotros los ricos. Agite nunc, divites, plorate
ululantes in miseriis vestris, quae advenient
vobis: Ea, ricos, actuad; llorad, gritad con
motivo por las desgracias que os vendrán.
((**It15.792**)) Pero
lo que más nos debe empujar a hacer limosna,
prosiguió diciendo don Bosco, es la utilidad
espiritual que ella nos acarrea. El arcángel
Rafael, hablando al viejo Tobías en nombre de
Dios, pronunció estas palabras en su nombre:
Eleemosyna a morte liberat, et ipsa est quae
purgat peccata, et facit invenire misericordiam et
vitam aeternam: la limosna libra de la muerte.
Esto puede entenderse en tres sentidos.
(**Es15.674**))
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