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encarecidamente a la caridad de sus oraciones. Que
Dios nos bendiga a todos y nos mantenga en su
santa gracia. Acuérdese de este pobrecillo, que
siempre será
Su
afmo. amigo en J. C.
JUAN
BOSCO, Pbro.
La conferencia para los cooperadores estaba
fijada para el viernes, 12. El pobre don José
Ronchail, que se encontraba agobiado con las
deudas, la había preparado con todo empeño;
solamente a los proveedores de los talleres les
debía treinta y seis mil francos; de modo que el
coadjutor Moro 1, librero y proveedor, no se
atrevía a hacer nuevas compras para proveer lo que
la casa necesitaba. Una noche, paseando don Bosco
con él por el patio, le dijo:
-Hacen deudas y quieren que don Bosco las
pague. Pero él no tiene dinero.
Después, cruzando las manos en actitud de rezar
y pasados unos instantes, prosiguió:
-Basta, rezaré a la Virgen para que lo haga
Ella, ((**It15.66**)) que
todo lo puede.
De la conferencia el Director llevó a la casa
más de catorce mil seiscientos francos. Hasta dos
señoritas protestantes inglesas, de nombre Dandas,
andaban por la iglesia recogiendo limosnas. Pocos
días después se presentó un señor francés en busca
de don Bosco para decirle que también él quería
hacer algo por su obra, y que tenía dieciséis mil
francos a su disposición. Don Bosco, pensando que
deseaba hacer un préstamo, le contestó que eran
tantas sus deudas que no podía rechazar aquel
dinero, pero que no sabía cuándo y cómo se lo
podría devolver. El señor se explicó mejor,
diciendo que no prestaba, sino que regalaba
aquella cantidad para colaborar a las obras del
Patronato. Don Bosco, entonces, se lo agradeció
diciendo:
-No me lo dé a mí; entrégueselo a don José
Ronchall para que pueda saldar algunas facturas de
los acreedores.
Y así lo hizo aquél. Muy pronto llovieron más
limosnas que, sumadas a las precedentes, llegaron
a cuarenta y dos mil francos, escribe el proveedor
antes nombrado; pero que él no poseía los
comprobantes para sacar una suma total.
Un par de días después se produjo también en
Niza el ir y venir de visitantes cada vez en mayor
número. <<íDon Bosco!, exclamaba el
1 Cartas de don Carlos Moro a Lemoyne (véase
Vol. XIV, pág. 356).(**Es15.67**))
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