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obra de tanta importancia, como es la construcción
de una nueva iglesia parroquial en la parte nueva
de Roma, y de un hospicio para la educación de
quinientos muchachos, tan necesaria en esta
Capital del Orbe Católico, quizá más que en otras
ciudades, y que la iglesia y el hospicio estén
dedicados al Sagrado Corazón de Jesús.
Ciertamente, para V. S. y para cuantos le
ayudaron desde el principio en su ministerio en
favor de los muchachos (entre los cuales ocupa un
lugar eminente el que suscribe desde 1848 hasta el
presente) es para dar gracias a Dios de que el
granito de mostaza haya crecido de tal modo, hasta
llegar a ser un árbol con ramas tan extendidas que
ofrecen albergue a los pájaros del aire, según la
expresión del Santo Evangelio. >>Hay misión más
noble que la de ayudar en gran esfera a la misma
misión de la Iglesia en su ciudad central, y donde
plantaron sus tiendas Santo Domingo, San Ignacio,
San Cayetano, San Camilo y San Felipe?
íQué satisfacción experimentarían, si viviesen
todavía, mi buena madre, que durante unos veinte
años hizo precisamente de madre paciente y tierna
de los hijos adoptivos de V. S. y mi hermana
Mariana, que continuó la misma tarea durante otros
diez! Llorarían de alegría. Quisiera yo poseer
algo de las riquezas del Cardenal Farnese que
edificó la iglesia de Jesús, y construir ésta del
Sagrado Corazón en Roma, que tanto necesita
encenderse en el amor del que es fuente inagotable
este Corazón Divino: mas, por ahora, sólo puedo
ayudarle con mis oraciones. Las muy costosas obras
que he emprendido para bien de esta diócesis
(entre las cuales el haber proporcíonado a los
Salesianos el Colegio de Valsálice con el
desembolso de diez mil liras y doscientas
cincuenta anuales) han agotado mis recursos.
En cuanto a mis diocesanos, habiendo tenido que
recomendarles casi contemporáneamente, de pocos
años a esta parte, las iglesias del Sagrado
Corazón, de San Segundo, y de San Joaquín en
Turín, y ahora de nuevo la del Sagrado Corazón
para terminarla y decorarla, y también la nueva
iglesia parroquial de los Angeles Custodios, que
se comenzará cuanto antes en Turín; además, la
manutención de los clérigos pobres y el hospicio
de Lanzo, y habiendo pedido, en menos de nueve
meses por dos veces, limosna para el Obolo de San
Pedro, no me parece prudente hacer una
recomendación especial para la iglesia del Sagrado
Corazón en Roma; y ésta es la respuesta que ya di
a la invitación del Cardenal Vicario.
Además V. S. conoce cien veces mejor que yo,
cuáles de mis diocesanos, lo mismo en Turín que en
otras partes de la diócesis, están dotados del
velle y del posse respecto a iglesias por
construir y obras por realizar; y sabe, por larga
experiencia, que su sola palabra ((**It15.777**)) sin
más es eficacísima para conseguir el intento.
Ahora bien, en cuanto al Arzobispo de Turín
conténtese V. S. con las plegarias que cada día
presento en el altar por la prosperidad de la
Congregación Salesiana, y por el triunfo de la
santa Iglesia en Roma, y por el rápido acabamiento
de la iglesia y el hospicio del Sagrado Corazón en
la santa ciudad. Sí, dígnese el Sacratísimo
Corazón de nuestro divino Redentor esparcir sus
llamas de caridad en el corazón de V. S. y de sus
Salesianos y de todas las personas, especialmente
los muchachos, a quienes V. S. y los suyos dirigen
sus cuidados. Dígnese encenderlos a todos en el
fuego de su caridad, para que a su vez, enciendan
también el mayor número posible de hombres. Esta
es mi plegaria a D. O. M. con la que acabo esta
carta.
Con el mayor aprecio de V. S. Rvma.
Turín, 10 de agosto de 1881.
Afmo.
en el Corazón de Jesús
>> LORENZO, Arzobispo
(**Es15.662**))
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