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ordenado que hubiera en la tierra algunos sitios
determinados, bendecidos y dedicados, donde ser
reverenciado de un modo especial por los hombres y
donde recibir su tributo de adoración y de amor.
Así lo pedía El desde los aborígenes del mundo.
Adán; Henoc, Noé, Abrahán le ofrecieron
sacrificios, le presentaron el homenaje de su
adoración en los lugares por El indicados.
-Ve, dijo a éste último el Señor, y ((**It15.767**))
ofréceme a tu hijo unigénito en holocausto sobre
uno de los montes que yo te mostraré.
Y Abrahán, obediente, fue al lugar que el Señor
le había señalado. El patriarca Jacob consagraba a
Dios el lugar, donde había visto durmiendo una
misteriosa escala, que subía desde la tierra al
cielo y donde el Rey de los siglos descansaba
majestuosamente sobre la cumbre. Y, cumplida
aquella ceremonia, adoró allí al Señor,
ofreciéndole oraciones, sacrificios y votos. Por
orden de Dios fabricaba Moisés el Tabernáculo en
el desierto; por orden de Dios construía Salomón
el gran templo de Jerusalén, y, una vez destruido
éste, levantaban los Hebreos por orden de Dios el
segundo en el mismo lugar.
Después de estos ejemplos y muchísimos más que,
por brevedad no señalo, también la Iglesia
Católica buscó, desde los primeros tiempos,
lugares determinados, los bendijo y los consagró
al Señor. En ellos se reunían los cristianos para
orar, celebrar los divinos misterios, recibir los
santos sacramentos y oír la palabra de Dios. Esta
práctica se extendió por toda la cristiandad y así
seguirá hasta el fin del mundo.
En estos tiempos pedían la gloria de Dios y el
bien de las almas que se levantase también una
iglesia en este lugar de la ciudad de Turín. Se
levantó la iglesia y hoy ha sido consagrada
solemnemente e inaugurada con las más espléndidas
ceremonias al culto divino en honor de San Juan
apóstol y evangelista. Imitando al rey Salomón
celebraremos esta dedicación con ocho días de
fiesta, de acuerdo con el horario que ya se
publicó.
Durante el octavario, los sagrados oradores
explayarán temas de acuerdo con la solemnidad.
Como introducción creo que esta tarde no os
desagradará oír el relato histórico de esta
iglesia. Por eso, de una forma sencilla, os
expondré qué era este lugar, qué es y qué será con
la ayuda de Dios y vuestra caridad. Que el Apóstol
predilecto del divino Salvador me obtenga la
gracia de desarrollar dignamente el tema que os he
anunciado.
Después de este exordio, don Bosco desarrolló
el primer punto describiendo lo que treinta y
cinco años antes eran el lugar donde se edificó la
iglesia y sus alrededores. He aquí someramente los
pensamientos por él desarrollados:
-No había aquí, por entonces, la menor traza de
calles, edificios y jardines. Desde aquí hasta la
izquierda del Po sólo se veían campos incultos,
cubiertos de maleza. El lugar donde se levanta la
iglesia, estaba cubierto por unas pocas casuchas,
estrechas, bajas, ennegrecidas por el humo, que
eran las últimas viviendas por este lado. Las
arrendaban algunas lavanderas y las pagaban caras,
por estar cerca del río y cercadas de grandes
extensiones de terreno libre, que les resultaba
muy cómodo para tender y secar la ropa, con lo que
ganaban diariamente para vivir. Pero estos mismos
lugares se prestaban para las más variadas
diversiones. Y por eso, los domingos y fiestas de
precepto los cubrían y recorrían de una a otra
punta numerosísimas cuadrillas de chiquillos y
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jovencitos, muchos de los cuales se entretenían
por allí durante todo el santo día, sin ir a misa,
ni al catecismo, ni a las sagradas funciones.
Era el año 1847, Los tiempos resultaban cada
vez más alborotados y desastrosos para los pobres
muchachos. El Oratorio festivo de San Francisco de
Sales en Valdocco, al que acudían alrededor de
ochocientos muchachos de la ciudad, no tenía
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