((**Es15.65**)
-Que Dios le bendiga.
Entonces el obrero echó mano al bolsillo y
depositó una moneda en la bandeja. Don Bosco le
miró a la cara y le dijo:
-Que Dios se lo pague.
El otro repitió el gesto y ofreció dos monedas.
Don Bosco, entonces, dijo:
-Amigo mío, íque Dios se lo pague cada vez más!
Aquel hombre echó mano a su portamonedas y
depositó un franco. Don Bosco le miró lleno de
emoción y siguió adelante; pero aquél, como
atraído por una fuerza mágica, le siguió por toda
la iglesia y lo acompañó hasta la sacristía, salió
tras él por la ciudad y no dejó de seguirle hasta
que lo perdió de vista.
También en Tolón, María Auxiliadora glorificó a
su Siervo. Una joven de unos dieciocho años, que
habitaba en las cercanías de la ciudad, vivía
atormentada con atroces dolores de hígado. Curas y
remedios no le servían de nada. Era fervorosa
cooperadora salesiana y hubiera querido asistir a
la conferencia de don Bosco; pero, habiéndosele
agravado su mal a principios de marzo, tuvo que
guardar cama.
-Si al menos pudiera ver a don Bosco, decía.
Quizá su presencia me haría algún bien.
Don Bosco que se enteró de su deseo, se sintió
movido a complacerla. Al llegar junto a ella, le
exhortó a poner toda su confianza en María
Auxiliadora, le dio su bendición y, al retirarse,
le dijo:
-Que Dios le dé salud...
Y se calló como quien interrumpe una frase
empezada. La madre, temiendo en aquella reticencia
un anuncio de muerte, rompió a llorar. Pero don
Bosco continuó:
-...y santidad.
Y, dicho esto, salió, recomendando a la madre y
a la hija que confiaran mucho en María
Auxiliadora. Su confianza no fue vana. Ocho días
después, ((**It15.64**)) cuando
don Bosco daba otra conferencia en la iglesia de
San Isidoro en Sauvebonne, parroquia de La
Navarre, se encontraba también entre el auditorio
la joven perfectamente curada 1.
Tolón estaba camino de Saint-Cyr y La Navarre.
Don Bosco visitó ambas casas; pero nada sabemos de
la primera y poquísimo de la segunda. Vio La
Navarre totalmente ocupada y tenían que rechazar
continuamente peticiones de muchachos necesitados.
Su caridad, que lo esperaba todo de la
Providencia, le indujo a emprender la construcción
1 Bulletin Salésien, julio 1881, pág.
12.(**Es15.65**))
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