((**Es15.649**) ->>Lo
ha oído? Don Bosco es un santo: lo ha dicho el
Papa, y el Papa es infalible; por tanto, don Bosco
es un santo. Se dice que no se santifica a nadie
en vida, en cambio don Bosco ya está santificado;
dígaselo, pues; dígaselo.
Sonrió el Pontífice y añadió:
-Sí, don Bosco es un santo.
Como me pareciera que ya podía estar satisfecho
y alegre de la fortuna de haber podido
entretenerme aquel momento con el Padre Santo,
quise ceder la plaza a quien correspondía y dije
todavía:
-Santidad, viene con nosotros don Juan
Cagliero.
El Papa pronunció un íoh! de sorpresa y me
preguntó:
->>Dónde está?
Se lo señalé con el dedo, no muy lejos de mí,
esperando a que yo me despachase y extrañado sobre
todo de mi largo coloquio con el Padre Santo. Se
adelantó don Juan Cagliero y yo me retiré más
contento que unas pascuas de la suerte que había
tenido la primera vez que hube la fortuna de besar
el anillo del Pescador.
El mismo día, durante la comida, en la Casa del
Sagrado Corazón de Roma, no pude aguantarme y
conté inmediatamente lo sucedido a cuantos me
rodeaban; y, siempre que he tenido ocasión, lo he
contado a Superiores y hermanos para demostrar lo
mucho que S. S. el sapientísimo Pontífice León
XIII quiso siempre a nuestro amadísimo Padre, el
querido don Bosco.
Turín, 1 de abril, Pascua de Resurrección,
1888.
EUSEBIO CALVI, Pbro.
50
Viaje de don Juan Cagliero a
Sicilia
Muy querido Rúa:
Ya sabe don Bosco lo que me sucedió en Magliano
y don Juan Bonetti está informado de lo que nos
pasó en Roma; ahora te cuento a ti, primus inter
pares, todo lo que ocurrió desde nuestra salida de
Roma.
Nos detuvimos dos días en Nápoles, para tomar
el barco del miércoles 21 del corriente, ya que el
camino por tierra estaba interrumpido, debido a un
huracán calabrés, que destruyó más de cuatro
kilómetros del ferrocarril. El viaje por mar
resultó bastante bueno, salvo algunas horas de la
mañana, en las que un desagradable viento del
nordeste nos molestó también a nosotros.
Al llegar a Mesina, Calvi y Traversino tomaron
el tren ómnibus para Piedimonte, y yo con las dos
hermanas el rápido para Catania. Me quedé un día
para hacer las visitas necesarias y el sábado, 22,
fui a Trecastagni para organizar la nueva casa de
las hermanas y visitar al señor Arzobispo de
Catania, que veranea a diez minutos de camino.
El domingo prediqué, con motivo de la fiesta
del Sagrado Corazón de Jesús, en la ((**It15.761**))
iglesia principal de Trecastagni y por la tarde,
tras una hora de coche, llegué a casa del Obispo
de Acireale.
Esta mañana tomé el primer tren para
Piedimonte, dispuesto a saborear las cuatro horas
de subida hasta Randazzo, a donde llegué a la una
de la tarde, en medio de los cantos, gritos y
algazara de los nuevos colegiales sicilianos.
(**Es15.649**))
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