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B
Eminencia Reverendísima:
Aunque dispuesto a acompañar estos días al
divino Salvador en el huerto, en los tribunales y
en el Calvario, sin embargo, el amor de la
justicia y de la religión me mueve a comunicar a
V. E. Rvma. un nuevo hecho del señor Arzobispo de
Turín, que los hombres más serenos han definido
como un abuso de poder con deshonra para los
Salesianos. Ultimamente se añadieron al libro
Jesucristo, nuestro Dios y nuestro Rey, ya
conocido por V. E. y esparcido en Turín y otras
partes de Italia por millares de ejemplares, estas
simples palabras: Contraseña para la Comunión
Pascual, como puede ver en el ejemplar que
adjunto. Esta añadidura fue sugerida por párrocos
de otras diócesis, y no de la archidiócesis de
Turín, los cuales tuvieron la idea de distribuirlo
a los fieles con ocasión de la Pascua. La misma
petición nos hicieron varios Obispos, entre los
que me basta nombrar al Eminentísimo señor
Cardenal de Canossa, que pidió hasta tres mil
ejemplares para su catedral de Verona.
Ahora bien, el señor Arzobispo de Turín no sólo
obligaba a la ilustre Unit… Cattolica y al
Corriere di Torino a publicar aquel aviso por toda
Italia, del que ya informaba a V. E, en mi carta
del siete del corriente, sino que, en estos días,
publicó una circular, en la que, con una
amonestación especial, declara suspendido ipso
facto de oír confesiones al sacerdote que
distribuya en cualquier lugar de la archidiócesis
dicho librito con las palabras: Contraseña para la
Comunión Pascual.
No hay nadie que no vea que ese rigor contra la
difusión de un librito tan inocuo y, por otra
parte, tan oportuno en la materia, sólo se empleó
in odium auctorum, a saber de los pobres
Salesianos. En efecto, hasta ahora el señor
Arzobispo no ha castigado con tales ni con otras
penas eclesiásticas a aquellos desgraciados que
escriben, imprimen, leen o difunden ese impío
periódico, que, desde hace seis meses, causa una
amargura ((**It15.750**)) atroz
con el empleo que hace del Nombre adorable de
nuestro amabilísimo Jesús, combate a la Divinidad,
vilipendia a la Iglesia, al Papa, al sacerdocio.
En cambio, amenaza con el castigo a esos pobres
sacerdotes que divulgaren un librito salesiano,
con una inocentísima inscripción, del que ya se
han repartido en Turín más de cien mil ejemplares,
con el fin de detener el mal que hacen los impíos,
prevenir de él a los fieles y animarlos a la
reparación. Dejo al juicio de V. E., si esta
distinta medida no revela un misterio y no
ocasiona escándalo a las almas.
Verdad es que, después de estos actos, que
producen las más siniestras
impresiones y son inmediatamente reseñados con
diabólica complacencia por los periódicos de la
secta, busca Monseñor enseguida contraponer otros
que saben de piedad y de celo; pero éstos sólo
sirven para esconder su ánimo a alguno, y no para
destruir el mal producido por aquéllos.
Como ofendido de tener que manifestar tan a
menudo a V. E. hechos parecidos, que
necesariamente apenan su alma, no me extiendo en
ulteriores reflexiones; pero, aprovechando la
ocasión propicia, le auguro desde lo más íntimo
del corazón unas felicísimas fiestas pascuales y
pido al Señor, triunfador de la muerte y del
infierno, que le haga partícipe en abundancia de
las alegrías de su gloriosa Resurrección.
Con el mayor aprecio y el más profundo respeto
De V. E. Rvma.
Turín, 20 de marzo de 1883.
Su humilde y
obediente hijo,
JUAN BONETTI, pbro. de los Salesianos
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