((**Es15.64**)((**It15.62**))
Encomiendo todas nuestras casas a la caridad de
sus santas oraciones y a su protección, mientras
con profunda gratitud, tengo el honor de
profesarme,
De V. E. Rvma.
Roquefort, 27 de febrero de 1881.
Su atto. y s. s.
JUAN BOSCO, Pbro.
El canónigo Brémond, párroco de La LoubiŠre,
diócesis de Tolón, tiene un gracioso recuerdo
personal. Era él monaguillo en la iglesia de
Roquefort y tuvo la suerte de ayudar a misa a don
Bosco, que celebraba de un modo que él nunca había
visto. Su ademán en el altar le impresionó de tal
modo, que no se cansaba de contemplarlo; tanto que
aquella vez se olvidó, durante la celebración, de
jugar a las canicas con su compañero sobre la
alfombra del altar que cubría el primer escalón.
De Roquefort se dirigió a Tolón, en donde lo
esperaban ansiosamente para una conferencia. Habló
en la iglesia parroquial de Santa María abarrotada
de gente, ávida de escucharlo. En una información,
aparecida con retraso en el diario católico de la
provincia 1, se leía:
<>.
Después de excusarse de no hablar el francés
con la elegancia de Massillon, ni con la
elocuencia de Bossuet, contó los humildes
principios y la expansión de su obra, deteniéndose
un poco más en el desarrollo de las dos casas
cercanas de Saint-Cyr y La Navarre, muy
necesitadas de ayuda.
<>.
((**It15.63**))
Terminada la conferencia, don Bosco, con su manteo
sacerdotal y una bandeja de plata en las manos,
dio una vuelta por la iglesia para la cuestación.
Durante la misma, ocurrió una escena digna de
mención. Presentó don Bosco la bandeja a un
obrero, el cual volvió la cara a otra parte y alzó
descortésmente los hombros. Don Bosco pasó por
delante y le dijo con amabilidad:
1 La sentinelle du Midi, 5 de marzo de
1881.(**Es15.64**))
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