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((**Es15.628**) de fecha del veintitrés del citado mes, emanada del Juez Delegado, acerca del proceso de los famosos libelos, entablado en esa Curia. Así pues, los Emmos. Padres, sopesadas maduramente las razones alegadas por el apelante, en la sesión plenaria del día veintiocho del expresado mes, ordenaron prohibir a tu Autoridad y a la de esa Curia Arzobispal que se siga adelante en la aludida causa de los libelos, y tampoco contra el Sacerdote Juan Bosco, que figura como responsable de estas causas; y, por el contrario, nombrar al Arzobispo de Vercelli para que presida y lleve a cabo el proceso de los libelos y transmita la sentencia a la S. Congr. del Concilio. En virtud, pues, de este Decreto, por medio de esta carta, se prohíbe a tu Autoridad y a la de esa Curia Metropolitana que se proceda contra ambos sacerdotes salesianos encausados. Manifestándote todo esto, en virtud del cargo que ostento, expreso los mejores sentimientos para con tu Autoridad y también ruego al Señor te conceda las mejores gracias. De tu Autoridad Roma, 31 enero 1882. como Hermano afectísimo, L. Card. NINA, Pref. 34 Carta de don Juan Bonetti al Cardenal Nina Eminencia Reverendísima: Mi venerado Superior don Bosco me manifestó, a su vuelta de Roma, el deseo del Padre Santo, que Vuestra Eminencia Reverendísima tuvo la bondad de comunicarle, de una amigable composición con el Reverendísimo Arzobispo de Turín sobre mi suspensión. Los deseos del Sumo Pontífice fueron, son y serán siempre para mí como los mandatos de un padre amoroso a un hijo respetuoso, dispuesto con la ayuda divina a morir antes que desagradarle en lo más mínimo. Por consiguiente, por mi parte, no habrá el más leve obstáculo para un justo arreglo, que, sugerido por el Vicario de Jesucristo, dispondrá sabiamente a la autoridad y, al mismo tiempo, a la justicia y a la caridad. Una composición semejante ya se habría conseguido hace tres años, ((**It15.735**)) si el señor Arzobispo no hubiese retirado el día después la palabra dada a don Bosco la tarde anterior. Por mi parte, pues, no hago más que acelerar con los más ardientes deseos la aurora de ese día feliz, en el que ambas partes puedan exclamar desde lo más íntimo del corazón: íPor fin se ha firmado la paz! Permita, sin embargo, V. E. que le exponga mis temores. Algunos hechos sucedidos todavía en estos últimos días, añadidos a los muchos anteriores, me dan razonablemente motivo para temer que el señor Arzobispo, so pretexto de arreglo, no entienda más que prorrogar mi triste situación y no poner fin, ni dejar de molestar a los pobres salesianos. Hace poco ha hecho esparcir entre la gente de Chieri que yo fui considerado culpable y que, por tanto, nunca podré presentarme para administrar allí los santos sacramentos: ítan verdad fueron mis culpas! Y no basta. La Sagrada Congregación del Concilio le prohibió que procediera contra mí y contra mi venerando Superior en la causa de los folletos, de los que quiere hacernos autores; pero hoy todavía, y precisamente la semana pasada, hizo molestar por quinta vez a un pobre obrero, que fue alumno nuestro, y que se llama Fernando Brunetti, por cuanto le supone sabedor de los autores de dichos folletos. Lo (**Es15.628**))
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