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Carta del Cardenal Nina a don
Bosco
Reverendísimo don Bosco:
Me ha llegado puntualmente su carta del 23
ppdo. con la copia de la notificación y al mismo
tiempo el opúsculo con el que usted narra los
hechos que, desde hace tanto tiempo, atormentan a
esa benemérita Congregación de los Salesianos.
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Celebro saber que usted se atendrá puntualmente a
las instrucciones, especialmente en estos días, de
la Sagrada Congregación que, a estas horas, ya le
habrán llegado. Le recomiendo calma y frialdad de
ánimo, para no dar pretexto de ningún género a
quien ex adverso est.
Bueno será esperar a que Monseñor reciba
inspiraciones especiales, en estos días, de
aquellos sentimientos de mansedumbre y dulzura que
el Niño Jesús nos enseñó desde los primeros
instantes de su nacimiento, y que le sirva de
estímulo la carta bastante explícita de la Sagrada
Congregación. Mas, si contra toda previsión,
siguiese en su propósito, se hará finalmente
justicia a quien se debe. Por la notificación se
ve cada vez mejor el rencor de esa Curia y de
quien la inspira. Quisiera con todo creer que
fuera un espantajo y que, después de la carta de
la Sagrada Congregación, no persista. Por lo
tanto, conviene estar alerta al resultado, que
obtendrá su presentación al Arzobispo; de todos
modos me guardo de aconsejarle hasta haber hablado
con el señor Secretario. Por los términos de la
intimación, donde se dice don Juan Bonetti
scriptor libelli D., se debería colegir que el
fisco tiene pruebas en mano para demostrar la
culpabilidad del acusado. Según la carta del P.
Leoncini la acusación recaería sobre usted. >>Por
qué, en este caso, no debería ser llamado usted a
juicio? >>Quizás para declinar la abundante
odiosidad y abominación del público por parte de
los investigadores? Me doy cuenta de que el señor
Colomiatti es un instrumento digno de su jefe.
En cuanto a la Exposición, me abstengo de
calificar el mérito para no faltar a los cuidados
de caridad cristiana que se deben a un Arzobispo,
aunque su actuación sea tal que trastorne la
conciencia y haga dudar de si existe mens sana in
corpore sano. Sólo tendría que añadir que, si ese
opúsculo debiera ser publicado, no se habría
elegido bien el momento, aunque sea un catálogo de
sucesos verdaderos y legítimas consecuencias. Pero
la verdad irrita demasiado a ciertos caracteres y
la lógica no simpatiza con las pasiones. Me ayuda
a creer que esa publicación sea únicamente para
los Cardenales de la Sagrada Congregación. De
todas formas, he aquí un consejo: en estos días
rece y haga que los suyos recen al Niño Jesús por
el señor Arzobispo para que le ablande un poco el
corazón y aclare la mente para acabar con una
lucha, que no puede tener más resultado que el
descrédito de la autoridad y el perjuicio de las
almas.
Agradezco las felicitaciones y correspondo a
ellas, invocando sobre usted y toda la
Congregación abundantes bendiciones del Cielo.
Téngame siempre por su
Roma, 25 de diciembre 1881.
Afmo. y seguro servidor,
L. NINA, Card.
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