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((**Es15.613**) ((**It15.716**)) 21 Carta del teólogo Fiore al Papa Beatísimo Padre: Soy un sacerdote secular de la diócesis de Turín, pero conozco, desde jovencito, la casa y las obras del muy caritativo y celoso don Bosco en Turín. No puedo librarme de manifestar una pena grandísima, que tuve juntamente con muchísimos otros del clero turinés, al asistir al sínodo diocesano, que celebró en Turín nuestro reverendísimo Arzobispo el diez del corriente. Sabedor de lo que ya había ocurrido en otras ocasiones, me temía al ir a aquella reunión que de nuevo tendría la pena de oír al Arzobispo pronunciar palabras desagradables; y desgraciadamente mi previsión se cumplió. Ese día dirigió a su clero dos discursos, uno por la mañana y otro por la tarde: en los dos manifestó Su Excelencia su ánimo opuesto al verdadero mérito. A modo de ejemplo habló de los oratorios festivos o lugares de recreo para los muchachos, y demostró su gran importancia. Podía muy bien el Arzobispo presentar el ejemplo de los oratorios festivos que hace cuarenta años instituyó y todavía tiene abiertos el reverendo don Bosco en los principales puntos de Turín, y que, por medio de los Salesianos, dirige con todos los gastos a su cargo; pero no lo hizo. Monseñor, con premeditación mal disimulada, puso el ejemplo de los oratorios de la ciudad de Brescia, como si don Bosco y los suyos no existieran en Turín. Santísimo Padre, el clero, que conoce lo que hace desde ocho lustros, el reverendo don Bosco en favor de la diócesis, experimentó una pésima impresión al advertir, en el que es su cabeza, un descuido tal hacia un eclesiástico tan benemérito no sólo en Turín, sino en el Piamonte, en Italia, y en otros lugares. Este es el verdadero modo de desmoralizar al clero y hacerle perder el favorable concepto que debería tener hacia su Arzobispo. Más doloroso aún fue el discurso de la tarde. Con airada voz, se lanzó furiosamente contra los que despliegan tanta reverencia al Papa a costa del Obispo, tanta dependencia de la cátedra de Pedro y ninguna de la de Máximo; atacó con términos violentos al periodismo católico, acusándolo de entrometerse en cuestiones que no le pertenecen, y sin excluir ni siquiera a uno, llamó periodicuchos impertinentes a todos aquellos diarios que se glorían del título de católicos y luego hacen más daño que los periódicos irreligiosos e impíos. Parecía, en suma, oír al pobre padre Curzi declamando unos fragmentos de su desgraciado libelo: I vecchi zelanti. Fueron unos instantes verdaderamente atroces y escandalosos. íAy si los laicos hubiesen oído aquel discurso! íAy si lo ((**It15.717**)) supieran los fieles! Aunque >>no es ya bastante daño que lo hayan oído y lo sepan tantos miembros del clero? Nada digo del modo con que, de palabra y por escrito, defiende el sistema filosófico del abate Rosmini, como hizo todavía últimamente con la pastoral del 24 de octubre pasado, a pesar de saber que dicho sistema no agrada a la Santa Sede; y concluyo asegurando a Vuestra Santidad que es muy grande el mal que este Arzobispo hace en esta desgraciada Archidiócesis. Si Vos, Santísimo Padre, no tomáis una determinación, el mal se hará irremediable, porque íguay de nosotros si se echan a perder las cabezas, especialmente las del clero joven! Beatísimo Padre, perdonad a un humilde sacerdote este desahogo del alma. Yo no me habría atrevido a escribir esto, de no haber reflexionado que lo ponía en manos del Vicario de Jesucristo, el cual no se servirá de ello más que para mayor gloria de Dios y bien de la Iglesia. (**Es15.613**))
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