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((**Es15.605**) a muerte. Si lograra matarle a usted, al menos me habrían condenado inmediatamente a la horca, y así hubiera dejado de sufrir. Me lo tomé a las buenas y finalmente logré que se confesara. Otra vez iba de camino, desde Capriglio a I Becchi, rezando el Breviario hacia el atardecer. Al llegar precisamente a un lugar llamado la Serra, donde empieza la bajada, me encontré, en una revuelta del camino, con un sujeto que me dijo muy ásperamente: -Déme algo. Y, mientras tanto, metía su mano derecha bajo el sobaco y sacaba fuera un cuchillo. Le miré un momento, le conocí y le dije: -íHola! El me miró sorprendido. ->>Y no te acuerdas de las muchas promesas que me hiciste? -íOh! Usted es don Bosco. íPerdóneme, perdóneme, no lo sabía! ->>Ya has vuelto otra vez a este perverso camino? Cuando estabas en el reformatorio de Turín, me dijiste muchas veces que, si salías, no volverías nunca más a esta vida. Y, sin movernos de aquel lugar, le persuadí para que se confesase. Se preparó un poco mientras yo acabé el Breviario, y, después, él se arrodilló en el suelo y yo me senté en una piedra; hizo él su confesión y se fue con Dios y parece que no tornó más a aquella vida. * * * Después de comer, estuvimos hablando largo rato con mucha familiaridad y empezamos a hablar de la buena marcha de esta casa y cómo yo tenía la esperanza de que don Bosco encontraría las cosas bien organizadas; y, pasando de una a otra cosa, dijo don Bosco: -Cuando uno va por las casas, no siempre encuentra las cosas en su punto; es agradable encontrarlas bien. En los primeros tiempos del Oratorio, ((**It15.707**)) hace unos treinta años, recuerdo que yo me creía tener en la mano el corazón de todos los muchachos y verdaderamente me querían de una manera extraordinaria. Vino el reverendo Belasio para darles unos ejercicios espirituales y después, casi antes de que se marchase, quise preguntarle cómo había encontrado las cosas, si había tropezado con líos de conciencia... Y me respondió: -Nunca he ido a dar una misión o predicar unos ejercicios espirituales sin que los haya encontrado. La diferencia está en más o en menos. Me extrañé y me parecía que no debía ser aquella la pura verdad. Y, sin embargo, con el tiempo, me hube de convencer de que era así realmente: la diferencia está en el más o en el menos. Siempre hay algunos que callan y dispuestos a hacerlo... Y se va adelante meses y meses y muchos años y se encuentran de éstos hasta entre los mismos adultos y sacerdotes. Le hice observar que en casa era yo el único confesor y que, aunque creyese ser muy querido y gozar de la confianza de todos, temía... Y me respondió: -No te ilusiones, creyendo gozar de la confianza de todos. Siempre habrá quien menos te lo parezca y lo es. Sin embargo, sigue tranquilo y no es necesario que busques otros que te ayuden en esto 1. Quien ha comenzado o está dispuesto a comenzar, 1 Quiere decir: de un modo estable, de ordinario. (**Es15.605**))
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