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Mientras pido al buen Dios que guarde a V. E.,
ad mullos annos, para realizar tanto bien como
hace, beso su sagrado anillo, imploro su santa
bendición y me repito
De V. E., Rvma.
Turín, 7 de junio de 1881
Su
atento y seguro servidor,
J. B. FRANCESIA, Pbro.
11 (El original en francés)
Curación de Raimundo de Villeneuve
Tendría yo aproximadamente unos siete u ocho
años, cuando mi hermano, Raimundo, tres años menor
que yo, cayó gravemente enfermo. Residíamos en
zona rural y, por consiguiente, con pocas
facilidades para tener médico y farmacia. El
doctor D'Espiney, buen amigo de la familia, y a
quien estábamos enormemente agradecidos por
habernos facilitado el conocimiento de don Bosco
dos años antes, comprendio totalmente la angustia
de mi padre, que había perdido ya dos hijos,
acudió a su primera llamada y se detuvo a la
cabecera del querido enfermito. Inmediatamente
declaró que Raimundo tenía una pulmonía muy grave.
Invocar a María Auxiliadora de los Cristianos fue
el ((**It15.702**)) primer
pensamiento de papá: en ecto, escribió
inmediatamente a Valdocco, confiando su pena a don
Bosco y rogándole que rezara. Pero el santo estaba
fuera de Turín y la carta no le llegó hasta varios
días más tarde. Durante ese tiempo, el mal
progresó rápidamente y de una forma inexorable. El
octavo día, hacia el anochecer, toda esperanza de
curación estaba desechada: el mismo doctor,
creyendo que el niño no remontaría aquella
noche... siguió velando a su lado, esperando su
último suspiro.
Y, sin embargo, amaneció de nuevo y el enfermo
todavía respiraba cuando, de repente, hacia las
siete de la mañana, se despertó como de un
profundo sueño, se enderezó sobre su camita y
pidió de comer. íOh, prodigio de la bondad del
Señor! Estaba perfectamente curado, María
Auxiliadora se lo devolvía a su padre.
Dos días después, una carta con sello italiano,
verdadero mensajero celeste, vino a certificar de
una manera maravillosa el prodigio ocurrido. Era
una carta de don Bosco, fechada el día de la
curación de mi hermano, y decía: <>.
Y, al año siguiente, quiso don Bosco tener, como
mayordomo de la fiesta de María Auxiliadora, en
Valdocco, al pequeño agraciado.
Sea por siempre alabada y bendecida la poderosa
Auxiliadora, de la que toda mi familia es deudora
por sus muchas mercedes.
Marzo de 1934. A. M. V. T.
ANNE-MARIE DE VILLENEUVE
TRANS,
hija del marqués,
religiosa del Sagrado Corazón
(**Es15.601**))
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