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todo lo que nos sobra, tendremos, sin duda, los
medios necesarios para acabar nuestra obra.
Diréis: ->>Hay obligación de entregar todo lo
superfluo para buenas obras? -No puedo daros otra
respuesta, distinta de la que el divino Salvador,
nos da: Dad lo superfluo. El no quiso fijar
límites y yo no me atrevo a cambiar su doctrina.
Solamente os diré que nuestro Señor, temiendo
que los cristianos no comprendieran bien estas
palabras y que no les dieran demasiada
importancia, añadió que es más fácil que un
camello entre por el ojo de una aguja, que un rico
se salve. Es decir, que es preciso un milagro y un
milagro muy grande -dice san Agustín- para que se
salve un rico, si no hace buen uso de sus
riquezas, dando lo superfluo a los pobres.
Entremos pues, en nuestras casas y fácilmente
encontraremos algo superfluo en vestidos, muebles,
comida, viajes, gastos, dinero y en otras muchas
cosas que acaso no sean necesarias.
Hay aún otro medio para ayudar a los pobres y
es el de constituirnos en Limosneros y Limosneras,
haciendo conocer a nuestros parientes y amigos la
importancia de dar limosna. Es Dios quien nos
dice: Dad y se os dará. Date et dabitur vobis.
>>Queréis gracias y borrar los pecados del alma?
Haced limosna. Eleemosyna est quae purgat peccata.
>>Queréis aseguraros la misericordia de Dios?
Haced limosna. Facit invenire misericordiam.
>>Queremos asegurarnos la felicidad eterna del
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Paraíso? Eleemosyna est quaefacit invenire
misericordiam et vitam aeternam. Dios nos promete
el céntuplo de todas nuestras buenas obras; Dios
mantendrá su palabra, ya sea mediante una gran
abundancia de gracias temporales, ya espirituales.
>>Pero qué será lo que ganaremos en la otra
vida, haciendo limosna? Se disfrutará de una dicha
eterna; y las almas que hayamos cuidado, asilado
en el orfanato, vestido, alimentado, serán grandes
protectoras ante Dios en el momento en que nos
presentemos ante su tribunal, para darle cuenta de
nuestras acciones a lo largo de la vida.
Pero no quiero entrar aquí en elucubraciones
morales, pues Su Excelencia, el Arzobispo de Aix,
que se ha dignado presidir nuestra reunión, tendrá
a bien decirnos unas palabras paternales, que nos
sirvan de guía para la dicha espiritual y
temporal.
5 (El original en francés)
Versos del doctor D'Espiney
Señoras, querría contaros una historia
breve, en pocas palabras, pero, podéis creerme,
interesante. Erase un sacerdote que, un día,
se sintió traspasado de este extraño amor.
Flecha divina en el corazón, herida sagrada,
que, nos da la medida, de la dicha celeste.
Se hizo padre y madre, estrechando contra su seno,
al muchacho abandonado que andaba a la ventura por
la vida
y, en un enorme impulso de suprema caridad,
no teniendo nada que dar, se dio a sí mismo.
Señoras, el buen Dios, con su brazo
omnipotente,
sostiene siempre a quien protege al niño;
el Espíritu Santo le concede ampliamente su luz
(**Es15.595**))
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