((**Es15.577**)correspo
ndido con un <> a la llamada de
don Bosco para los misioneros, recibió de él esta
carta:
Caritativa Señora:
Con verdadera gratitud, he recibido la generosa
limosna que, con su gran caridad, se dignó enviar
para nuestros misioneros. Estos saldrán el día
diez de este mes hacia Patagonia, pero, aún desde
aquellas lejanas tierras, no dejarán de implorar
las bendiciones del cielo para usted y todos sus
parientes y amigos.
También yo procuraré hacer las mismas oraciones
a diario con los huerfanitos, que la divina
Providencia se complace dirigir a nuestras casas.
Dios la bendiga y guarde su salud. Créame en J.
C.
Turín, 1 de noviembre de 1883.
Agradecido y seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
Durante la novena de Navidad tuvo también una
razón especial para dar gracias a la señora. Ella
había intervenido para que el Obispo de Padua
autorizase una conferencia salesiana en la ciudad
el día veinte de enero. Llama a su hijo <>, quizás porque en algún momento le
hizo de guía.
Muy apreciada señora Bonmartini Mainardi:
Al menos en estos días quiero cumplir mi deber
y escribirle.
Ante todo, le agradezco lo mucho que se
preocupa por nuestros pobres muchachos, ora
proponiendo al señor Arzobispo la conferencia de
los cooperadores, ora sosteniendo viva
comunicación con ((**It15.672**))
diversas personas caritativas. A su debido tiempo,
no dejaré de escribir una carta al señor Obispo de
Padua para conocer mejor sus caritativas
intenciones sobre nosotros.
Tengo motivo para quejarme de Paquito, mi Angel
de la Guarda, a quien imagino conoce usted bien.
Prometió escribirme a menudo cartas estupendas;
pero, hasta ahora, a lo que yo recuerdo, no hubo
nada de ello. Puede disculparse diciendo que ya
preguntó por mí y eso basta. Creo que lo habrá
hecho, pero quizás no mucho porque mi corazón,
ciertamente algo duro, no lo advirtió. Con mucho
gusto, veré cómo se excusa.
También yo he sido un poco negligente en
escribir, pero no he dejado ningún día de rezar en
la santa misa por usted y por toda su familia.
La última vez que hablamos, no recuerdo
exactamente la cantidad, pero me parece que, en
plan de broma, quisiera hacerme un regalo de diez
o doce mil liras. No lo recuerdo bien. Sin embargo
acepto una u otra cantidad: mejor, la segunda.
Durante estos días, queremos rezar mucho por
usted y por su perfecta salud. Sí, Señora, Dios la
bendiga y la conserve y le dé muchos años llenos
de satisfacciones.
Le presento los saludos respetuosos de todos
los Salesianos que la han conocido; todos nos
encomendamos a la caridad de sus santas oraciones,
mientras el pobre que suscribe en nombre de todos
tiene el honor de profesarse en J. C.
Turín, 18 de diciembre de 1883.
Su seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
(**Es15.577**))
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