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creciese bueno le puso un ayo diligente y
virtuoso, que fue el sacerdote don Tulio de
Agostini. Fue éste quien hizo que conociera a don
Bosco. Se entabló entre ellos una relación
espiritual, documentada por diecisiete cartas de
don Bosco, siete de las cuales están dirigidas a
la Condesa, dos al hijo, y ocho a su tutor. Aunque
no todas pertenezcan a nuestro bienio, sin
embargo, será mucho mejor no separarlas.
Desde Padua la señora envió, en el mes de
octubre de 1881, una limosna a don Bosco,
pidiéndole que rezase por ella y por su hijo y que
pidiera un favor al Padre Santo. Don Bosco le
respondió:
((**It15.668**)) Muy
respetable Señora:
He recibido la cantidad de cien liras que usted me
ha enviado en dos veces. Estoy con la octava tanda
de ejercicios espirituales y no tengo tiempo para
nada, mas no dejo de orar por usted y por su hijo.
Usted quiere que su recado para Roma se haga
personalmente al Padre Santo. Yo procuraré
cumplirlo la primera vez que vaya a la capital del
mundo católico.
Dio bendiga a usted, a su familia y conserve a
todos en buena salud; ruegue por mí, que siempre
seré en J. C.
San Benigno Canavese, 1 de octubre de 1881.
Su
atento y seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
Hizo una segunda limosna, para la iglesia del
Sagrado Corazón, y recibió poco después otra carta
del Siervo de Dios.
Ilustrísima Señora:
Cumplo el deber de acusar recibo de su
respetable carta del quince de octubre, con la
cantidad de cien liras, para la iglesia del
Sagrado Corazón de Jesús que se construye en Roma.
Reciba las más rendidas gracias, que deseo
extienda a todas las demás personas que
concurrieron de algún modo. Le aseguro que rezaré
por usted, por su hijo y por todos sus seres
queridos vivos y difuntos.
En cuanto a las peticiones del M. R. D. Tulio
de Agostini, tenga la bondad de decirle que puede
siempre colaborar celebrando misas según mi
intención. Pero, siempre que la celebración de las
misas que destina a dicha finalidad esté cumplida,
tenga la bondad de enviarme una pequeña indicación
para que se puedan registrar a nuestro descargo y
para su gran mérito.
Siga siempre dispensándome su caridad y yo
rogaré al Divino Corazón de Jesús le recompense
con sus celestiales bendiciones.
Le presento, por fin, mis respetos y augurios
de toda felicidad. Acéptelos y ruegue también por
mí, que seré siempre en el Señor.
Turín, 19 de noviembre de 1881.
Su
atento y seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
(**Es15.574**))
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