((**Es15.573**)
cinco y media de la tarde, cuando las religiosas
salían de la Bendición.
Le sostenían don Carlos Viglietti, su secretario
por entonces, y don César Cagliero, confesor de la
comunidad y director del colegio de Valsálice. El
buen padre caminaba ya a duras penas, en aquellos
últimos meses de su mortal existencia. Pese al
visible cansancio, se interesó mucho por la casa y
por las obras recién terminadas para el internado,
y dijo:
-Veo que han hecho algo monumental.
Como la Madre le observara después que, de
acuerdo con sus deseos, se había puesto la casa
bajo el patrocinio de María Auxiliadora, respondió
sonriendo:
-íAh! María Auxiliadora ejerce un formidable
patrocinio: formidable para los que quieren
oponerse a su obra, y omnipotente para los que se
ponen bajo su manto.
Antes de subir al coche en la explanada de
entrada levantó los ojos, contempló con su mirada
todo el colegio, y, señalando con su mano derecha,
la última planta, dijo:
-Aquello estará lleno de postulantes.
Pensaron las religiosas que quería decir
educandas; pero viose muy pronto que era una
palabra profética.
((**It15.667**)) Y así
fue, puesto que aquella planta, destinada a
dormitorio de las mayores, albergó a muchas
jovencitas, que tuvieron la gracia de la vocación
religiosa y que hoy se encuentran en el Sagrado
Corazón o en otras Congregaciones.
11. LA FAMILIA
BONMARTINI
Una mala tarde del 1904 volvió, a casa ya
anochecido, el conde Francisco Bonmartini, de
Padua, y cayó en una asechanza que le esperaba en
su propio dormitorio. Dos hombres, a quienes él
conocía muy bien y que eran parientes suyos, se
arrojaron sobre él y le apuñalaron bárbaramente.
La atrocidad del crimen, el misterio que
primeramente lo envolvió, el descubrimiento de los
asesinos, el oscuro motivo de la tragedia, los
dramáticos sucesos del proceso, las visibles
injerencias masónicas para librar a los reos de la
justicia mantuvieron mucho tiempo la atención del
público entre el duelo por la pobre víctima y la
abominación contra los feroces sayones.
Salvo poquísimas personas, nadie supo entonces
las relaciones que veinte años antes había tenido
Bonmartini con el Beato don Bosco. Se había
quedado huérfano de padre siendo muy pequeño; su
madre, de la familia Mainardi, señora muy piadosa
y deseosa de que su Paquito
(**Es15.573**))
<Anterior: 15. 572><Siguiente: 15. 574>