((**Es15.546**)
Y pensamos que la exageración de don Bosco
tenía su fundamento, puesto que calculaba toda la
juventud masculina y femenina de los colegios,
oratorios, misiones y todos los demás centros a
donde llegaba su influjo benéfico, a través de los
Cooperadores y Cooperadoras. Así el número llegaba
a ser notabilísimo.
Recuerden los lectores a aquella María
Acquaroni, de Porto Maurizio, que adquirió la
salud el año 1881 1 con una bendición de don
Bosco; a ella va dirigida la siguiente carta.
((**It15.636**)) Muy
apreciada señora María Acquaroni:
A su debido tiempo he recibido la carta del
señor Luis Sartorio, y la suya, con las ciento
cincuenta liras que en ella incluía. Por mi parte,
le presento mi sincero agradecimiento y ya Dios se
lo pagará en su día, como buen patrono que es.
Estoy muy contento de que su salud sea bastante
buena; rezaré con mis muchachos para que sea
mejor, perfecta. Durante el mes de enero próximo,
espero pasar por Porto Maurizio y suspender
brevemente mi viaje para saludarla y hacer juntos
una corta oración por usted y por su hermana
Vicenta.
Dios guarde a las dos, les conceda la
perseverancia en el servicio del Señor en vida,
para ser después recibidas un día por María
Santísima en el cielo y gozar la verdadera e
inmutable felicidad. Le suplico recen por mí, que
seré siempre suyo en J. C., sinceramente
agradecido.
Turín, 1 de noviembre de 1882.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
La señora Luisa Radice, viuda de Vittadini, era
una celosa cooperadora salesiana milanesa. Cuando
el Beato iba de viaje a Milán, no dejaba de
visitarla. Entonces reunía ella en su casa a los
parientes que deseaban conocerlo y hablar con él.
Al consagrarse la iglesia de San Juan Evangelista,
la bienhechora le envió su donativo, que don Bosco
le agradeció de esta manera:
Benemérita señora Luisa:
Con gran satisfacción por mi parte, he recibido
sus noticias. Veo que marcha mejor. Bendito sea
Dios. Espero su perfecta curación. Hemos celebrado
la consagración de la iglesia de San Juan
Evangelista. íCuánta gente, qué fiestas,
cuantísimas confesiones de hombres! A mediodía de
hoy, todavía se confesaba. Alégrese y dé gracias
al Señor por todo ello.
Dios nos bendiga a todos y créame siempre
Turín, 2 de noviembre de 1882.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
P. D. Gracias por su caridad. Que Dios se lo
pague.
1 Véase, más atrás, la pág. 131.
(**Es15.546**))
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