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los Misioneros Salesianos que trabajan por la
expansión del Evangelio entre los salvajes de la
Patagonia.
Turín, 14 de agosto de 1882.
JUAN BOSCO, Pbro.
Su manera más frecuente para corresponder a los
favores recibidos era la de rezar y hacer rezar
por quienes se los hacían, principalmente cuando
se trataba de obtener una gracia; así escribe al
sacerdote don Orestes Pariani:
Muy apreciado en el Señor:
Con gran satisfacción he recibido rápidamente
su apreciada carta con cien liras. Se lo agradezco
de corazón y no dejaré de rezar por todas las
intenciones que me señala, y de modo especial por
su hermana enferma. Más aún, con tal fin haré que
todos nuestros muchachos (ciento cincuenta mil)
recen también, para que, unidos todos los
esfuerzos, obliguemos, por así decir, al Señor a
que me conceda todas las gracias que no se oponen
al bien del alma de la enferma que me encomienda.
Si alguna vez viniera usted por estas nuestras
tierras, venga a parar a nuestra casa como un
hermano más y será para nosotros un gran placer.
((**It15.635**)) Dios
le bendiga, querido don Orestes, y con usted a su
tía, a su hermana enferma y nos conserve a todos
en su santa gracia y créame con todo mi
agradecimiento
San Benigno Canavese, 5 de septiembre de 1882.
Su
atto. y seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
En estos últimos cinco volúmenes hemos visto
que el número de alumnos ha ido subiendo de los
veinte a los cuarenta, a los ochenta mil, y que ya
hemos llegado a los ciento cincuenta mil.
Indudablemente que, con estos cálculos, sabía don
Bosco que exageraba; pero >>no se exagera
continuamente en la conversación con los miles,
sin que nadie se escandalice? Así decimos:
-íMil veces no! íMil años de vida! Mil líos,
mil veces más...
Cuando usaba esta figura retórica no tenía nada
más que una finalidad, la de presentar en forma
plástica y eficaz la enorme desproporción que
existía entre las posibilidades de un hombre
privado como él y toda la entidad de su Obra: don
Bosco estaba entonces frente a sus jóvenes en la
relación de uno a ciento cincuenta mil. Para que
la mayoría de los hombres pueda formarse un
concepto adecuado de la grandiosidad de una
empresa, cuyo carácter sea preferentemente moral,
hay que hacérsela contemplar a través de una lente
de aumento.
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