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Mi querido Costamagna:
Leo siempre con mucho gusto tus cartas y
echamos cuentas al leerlas en el Capítulo.
Vemos la abundante mies que cada día pone Dios
en nuestras manos. Pero tenemos que resolver dos
dificultades: la escasez de personal y el inmenso
trabajo que nos abruma.
Me parece que podemos hacer así. Nosotros
prepararemos aquí lo necesario para una expedición
normal el próximo año 1883; para ((**It15.615**)) julio
del mismo año vendrás con un compañero a
visitarnos, y asistirás al Capítulo Superior
General que se celebrará en agosto o en
septiembre.
Al mismo tiempo nos inflamarás a todos en celo
apostólico; después, con un escuadrón de
valientes, volverás a las tierras de Cabotto 1.
Esto lo digo solamente yo, aquí en San Benigno,
donde tengo algún momento libre. Pero tus
propuestas serán leídas expresamente en el
Capítulo Superior, y después nos pondremos todos
de acuerdo para realizarlas dentro de los límites
posibles.
Estoy aquí en San Benigno, donde ayer se
celebró la fiesta de san Luis, con asistencia de
monseñor Riccardi, obispo de Ivrea, que presidió
todas las funciones sagradas y pasó con nosotros
todo el día.
Por la tarde, se representó el drama La
Patagonia, original de don Juan B. Lemoyne. De
todos los pueblos vecinos acudieron a este
espectáculo de nuevo estilo. Produjo entusiasmo y
emoción general. Todos querían ir a Patagonia.
Te encargo saludes afectuosamente a todos
nuestros hermanos. Te encomiendo encarecidamente
al reverendo Debella. Atiéndelo; puede ayudarte a
hacer mucho bien, pero necesita dulzura y
confianza.
He hablado de ti a los clérigos y sacerdotes de
esta casa. Aplausos prolongados, saludos de todos.
Dios te bendiga, mi siempre querido Costamagna.
Dios te conserve siempre en su santa gracia y
contigo bendiga a don Tadeo Remotti, don Esteban
Bourlot, don José Vespignani y otros a quienes
espero escribir una carta cuanto antes.
Rogad por mí que siempre seré vuestro en J. C.
San Benigno Canavese, 9 de agosto de 1882
Afmo. amigo,
J. BOSCO, Pbro.
El gran aprecio que gozaban los Salesianos en
la capital, hacía que personas adineradas se
acordasen de ellos en sus disposiciones
testamentarias. Así, el año 1882, una señora
riquísima, Petronila Rodríguez, que se encontraba
en peligro de muerte, sin ni siquiera conocer al
Inspector, le legó quinientos mil pesos; el señor
Félix Frías dejó
1 Sin duda quiere referirse a Juan Cabot, de
origen veneciano, y padre de Sebastián, ambos
célebres navegantes, que vivieron en tiempos de
Eduardo VII y Enrique VIII, reyes de Inglaterra, y
descubrieron Terranova y El Labrador, en 1497.
Sebastián fue nombrado piloto mayor por el rey
Carlos I de España y, en 1526-30, exploró la costa
del Brasil y los ríos de La Plata y Paraguay (N.
del T.).
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