((**Es15.495**) Estas
palabras llamaron la atención de Bologna, quien,
al salir de la habitación de don Bosco, se las
contó al coadjutor Mondone.
Entre paréntesis: el Beato entregó a Bologna
diez liras, recomendándole que no se lo dijera al
prefecto, porque entonces éste no le daría nada.
Terminado, pues, el segundo año de servicio
militar, le faltaba aún el tercero para obtener la
licencia. Bologna, que era cabo primero, como
tenía dinero y más libertad, esperaba aprovecharse
en Florencia, especialmente yendo al teatro, y no
se acordaba de lo que don Bosco le había dicho.
Corrió entonces la noticia de que el Ministerio,
por motivos presupuestarios sortearía cierto
número de soldados para acortarles ((**It15.575**)) un año
de servicio militar. Y Bologna fue uno de los que
tuvieron la suerte. Acordándose entonces de la
predicción, se presentó de improviso lleno de
alegría en el Oratorio.
En los capítulos precedentes, ya se ha visto
claramente por cuántas vicisitudes y tribulaciones
pasó la santidad de don Bosco durante estos dos
años; pero aún no ha quedado todo dicho. Hemos de
hablar todavía de un caso, que hirió cruelmente el
corazón de nuestro beato Padre; nos referimos al
aprovechamiento sectario que se intentó sacar del
ya conocido
CASO DE CREMONA 1.
Fue muy lamentable para aquella casa la pérdida
de don Esteban Chicco, que poseía las mejores
dotes de un gran Director salesiano y se había
ganado el aprecio de los habitantes de la parte
sana de la difícil población o, al menos, de los
libres de todo vínculo sectario.
Los partidos anticlericales miraban la
actividad de los Salesianos con malos ojos, y
andaban siempre al acecho por si podían aprovechar
la ocasión de declararles la guerra abierta. Y se
presentó la ocasión o, por mejor decir, el
pretexto.
El año 1881 había terminado felizmente. En el
mes de julio el Capítulo Superior había fijado las
bases de un convenio para tomar en propiedad la
casa de San Lorenzo 2; el Obispo se mostraba tan
satisfecho, que fue el primero, en las fiestas de
Navidad y Año nuevo, que envió las felicitaciones
al Siervo de Dios, quien respondió con esta tan
afectuosa carta:
1 Véase: Vol. XIII, pág. 549 y XIV, pág. 292.
2 Véase: Apénd. Doc. Núm. 84.
(**Es15.495**))
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