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Louvet, de quien hemos de hablar mucho en el
capítulo siguiente. Había además otros peregrinos
de Francia.
El Obispo de Alessandria se expresó con piadosa
sencillez sobre la celestial hermosura de la
fiesta. Conmovido al recordar el espectáculo de
todo lo visto, no se contuvo de decir en presencia
de don Bosco:
-Yo creo que fiestas como ésta sólo se celebran
en el paraíso.
Era opinión muy difundida que este culto a
María Auxiliadora era querido por el Cielo, pues
se veía su intervención en la concesión de muchas
y diversas gracias.
GRACIAS
íEra muy grande la confianza que se ponía en la
intercesión de don Bosco ante el trono de María
Auxiliadora! Nos conmueve, por ejemplo, la
apremiante súplica con que, en el mes de junio de
1882, instaba una noble ((**It15.553**))
familia de Vend“me a don Bosco para que le
alcanzase de María Auxiliadora no una, sino seis
gracias 1, y le enviaba dos mil trescientos
francos para la iglesia del Sagrado Corazón.
<>. Don Bosco dejó encargada la
respuesta, indicando el sentido de la misma con
estas frases, escritas en la cabecera de la hoja:
<>.
En la alta sociedad parisiense era ya muy
conocido don Bosco. Vivía por entonces en París la
reina de España Isabel II, que había abdicado el
año 1870 en favor de su hijo Alfonso XII, pero
naturalmente no dejaba de seguir con inquietante
atención los acontecimientos españoles.
Cuestiones, aparentemente económicas, y en el
fondo políticas, traían revueltas a Madrid y
Barcelona el año 1882. Pues bien, durante la
novena de María Auxiliadora don Bosco recibió
desde París una carta en la que lacónicamente se
decía: <>.
Otros italianos y extranjeros referían gracias
recibidas, pero atribuyéndoselas a don Bosco. Así
el barón Antonio Manno, Comisario del Rey en el
Consejo Heráldico, después de haber sido mayordomo
en la
1 Véase: Apénd., Doc, núm. 81.
2 Las palabras en cursiva están subrayadas en
el texto francés, que conservamos con fecha: S.
Agustín, 17 mai 1882.
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