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((**Es15.459**) muchachos estar aquí, hay que organizar y mantener sus juegos y diversiones, proveerlas de libros y darles premios. Espero de vuestra caridad el pan y lo necesario para la vida y para dar una buena instrucción y educación cristiana y cívica a los muchachos asilados y a los que se espera admitir a continuación y que, por ser pobres y abandonados, no cuentan con mas patrimonio que vuestro buen corazón. Para que vuestra ayuda responda a la necesidad, os invito a colaborar con unas suscripciones mensuales, aunque sean de unas pocas liras, de una sola lira, y hasta de unos céntimos solamente, con tal de que nadie nos niegue su pequeña o gran ayuda. Algunos decuriones ya elegidos y con su correspondiente diploma 1 recibirán vuestras suscripciones y vuestros donativos para pasarlos después, a fin de mes, ((**It15.531**)) a manos del Director del Oratorio salesiano de esta ciudad, y así esperamos que nuestra obra, ayudada con vuestra caridad, pueda progresar y hacer todo el bien que se desea. También allí se presentaron los socios de la Juventud Católica y se prestaron voluntariamente para recibir a los invitados y recoger limosnas. A la mañana siguiente, acudieron en corporación para acompañarlo a la estación y despedirse. El les entregó una medalla grande de María Auxiliadora. Desde su llegada a Roma hasta la audiencia pontificia, no tenemos más que estas pobres notas que copiamos textualmente del diario de don Joaquín Berto. Miércoles, doce de abril. Llegamos a Roma hacia las tres y cuarto de la tarde. Nos esperaba, en el andén de la estación, el señor Alejandro Sigismondi y, fuera, don Angel Savio con varios de nuestros hermanos y otras personas de la casa y de la iglesia del Sagrado Corazón. Encontramos al párroco algo disgustado. Visitaron a don Bosco el marqués Patrizi y el ingeniero ayudante de la iglesia. Jueves, trece de abril. Vinieron varias personas a visitar a don Bosco. Por la tarde, visita a la marquesa Villarios, gravemente enferma. Viernes, catorce de abril. Vinieron varias personas francesas y el conde Vespignani, ingeniero arquitecto. Por la tarde, fuimos al cardenal Alimonda. Sábado, quince de abril. Vino a visitarlo la condesa Stara, de Turín. Domingo, dieciséis de abril. Por la noche, cena en casa de unos señores ingleses, residentes en la parroquia. Lunes, diecisiete de abril. Todo el día en casa. Por la tarde, fuimos a ver al Cardenal Secretario de Estado y al cardenal Nina, nuestro Protector. El lunes por la tarde, vino el caballero Marchisio, exalumno nuestro, empleado en la Dirección General de Correos, a traer una carta certificada para don Bosco, que contenía dos mil liras en dos billetes franceses de a mil. Hacia la una y media de la tarde, vino también el abogado Leonori. Martes, 18 de abril. Por la mañana vino de nuevo el caballero Marchisio y don Bosco le encargó que recogiera otra carta certificada. El caballero Marchisio la trajo hacia el mediodía, abrióla don Bosco y, en vez de cuatro mil liras, como anunciaba la declaración y decía en la carta, se encontró con cinco mil. Unos minutos después 1 Véase en el Apéndice, doc. núm. 78, la carta de don Bosco a los cooperadores de Florencia, para que aceptasen el cargo de decuriones. (**Es15.459**))
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