((**Es15.452**)
El tres de abril se trasladó don Bosco desde
Sampierdarena a Camogli, donde le esperaban para
otra conferencia. Dos grandes amigos suyos, el
sacerdote Sebastián Paladino y el caballero Bozzo
habían organizado las cosas con el arcipreste
Candia, de tal modo que no pudo negarse a pasar
allí un día camino de la Spezia.
Una simpática escena le conmovió a su llegada.
La pequeña ciudad está colocada sobre un banco de
arena a orilla del mar. Un centenar de muchachos
que jugaban en la playa, apenas le vieron poner el
pie en la plazoleta cercana al muelle, abandonaron
sus juegos y corrieron hacia él; se apretujaban a
su alrededor, le besaban la mano y le hablaban con
la mayor confianza, como si le conocieran desde
hacía tiempo. Indudablemente sabían quién era
aquel sacerdote; pero llamaba la atención ver cómo
le acompañaban y le miraban embelesados. La cosa
causa cierta extrañeza por cuanto los ligurinos no
suelen ser muy impresionables; los mismos niños
suelen tomar un aire indiferente ante los
desconocidos. Don Bosco se mostró muy satisfecho
con aquellos agasajos juveniles.
Por la tarde visitó el santuario de Nuestra
Señora del Boschetto, dejando la conferencia para
bien entrada la tarde, que parecía la hora más
oportuna para reunir a la gente; pero el deseo de
ver y oír a don Bosco era tan grande ((**It15.523**)) que
nadie esperó la hora fijada, sino que muy pronto
el pueblo llenó la hermosísima iglesia parroquial.
Después del rezo del rosario y el canto de las
letanías, escribe don Domingo Belmonte 1,
<>.
En sustancia repitió lo dicho en Génova,
empezando por elogiar grandemente al arcipreste y
al clero, que tanto trabajaban por la parróquia y
por los Cooperadores Salesianos. Después de darles
las gracias y rogarles que continuaran, explicó el
significado de la palabra Cooperador, describió
los peligros que acechan a la juventud abandonada
y las estratagemas empleadas por los malos para
pervertirla. Contó los principios del Oratorio,
expuso los beneficios de los campos de recreo y
habló de las casas salesianas, de su número, de su
actividad para amaestrar a los jóvenes en las
artes, en los oficios, para la milicia, para los
estudios, para el estado eclesiástico. Todo ello
requería muchos medios, y por eso pedía su auxilio
a los vecinos de Camogli
1 Carta a don Juan Bonetti, Camogli, 4 de abril
de 1882.
(**Es15.452**))
<Anterior: 15. 451><Siguiente: 15. 453>