((**Es15.45**)
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Estos testimonios tan sinceros y afectuosos
daban un realce particular a las frases que el
Papa había proferido. Con estas gratas
impresiones, se cerraba para don Bosco el
atribulado año 1881. La divina Providencia
suavizaba con algunas gotas de dulzura el amargo
cáliz, que había debido apurar.
1 Carta a don Santiago Costamagna, Montevideo,
29 de noviembre de 1881.(**Es15.45**))
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