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tiempo; había que lograrlo a fuerza de paciencia.
Pero don Bosco se intimidó tan poco al saber que
era vigilado en Francia de modo especial, que el
año 1883 volvió a repetir sus entrevistas ante los
ojos de la desconfiada autoridad y a la luz del
sol de París 1.
1 Este incidente sugirió al profesor Alejandro
Fabre, exalumno del Oratorio, en la reunión anual
de los exalumnos el tema de un discursito
humorístico, que se imprimió. Se titula La
Política de don Bosco. Fingiendo tomar en serio la
acusación de que don Boseo fuese un politicastro
cualquiera, dirigida también por periódicos
turineses, dice el autor a cierto punto: <>
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