((**Es15.435**)Iglesia,
madre de todas las iglesias; un acto de caridad en
favor de la juventud pobre de todas las naciones;
y un acto de piedad filial y afectuosa veneración
hacia el glorioso Pontífice Pío IX, de quien
debían ser un digno monumento la iglesia y el
anejo internado.
El penúltimo día de febrero don Bosco estaba en
La Navarre. Uniósele allí don Pablo Albera para
ayudarle con todas sus fuerzas en lo muchísimo que
debía hacer. El dos de marzo escribía a don Miguel
Rúa:
<>.
El Inspector, que temía mucho por su salud,
((**It15.503**))
manifestaba además a don Miguel Rúa, si no sería
del caso hacerle suspender tantos trabajos
Ya hemos narrado que, en la visita del año
anterior, don Bosco había dispuesto que en La
Navarre se empezara la construcción de un edificio
mayor, con capacidad para trescientos muchachos.
En efecto, el director, don Pedro Perrot, no había
perdido el tiempo; el dieciséis de diciembre ya se
había puesto la primera piedra de los cimientos; y
se esperaba la llegada de don Bosco para la
bendición de la piedra angular. La ceremonia se
celebró el primero de marzo. En la carta que
acabamos de citar seguía diciendo don Pablo
Albera:
<>.
El acta de costumbre encerrada en una caja de
cristal, depositada dentro del hueco de una piedra
y sellada, llevaba la firma de distinguidos
personajes que consideraron un honor poner su
nombre bajo el de don Bosco 1.
Los trabajos que le asediaban de cerca no le
dejaban olvidar o descuidar los asuntos lejanos.
Dos cartas enviadas desde La Navarre dan
testimonio de su preocupación vigilante, La
primera es para don Miguel Rúa diciéndole lo que
se debe hacer respecto a la verja ofrecida por
monseñor Gastaldi, para la iglesia de San Juan
Evangelista 2.
1 Véase: Apénd. Doc. núm. 77.
2 Véase más atrás, la pág. 324.
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