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después a las Hijas de María Auxiliadora,
fundación que duró poquísimo, pues allí se pasaba
hambre y no había esperanzas de remediarlo.
Sucedió que al entrar en el hospital, iba
saludando a las religiosas, diciéndoles, con
acento italiano, a medida que las encontraba:
-Bon jour, ma Soeur, comment ça va? (Buenos
días., hermana, >>qué tal?)
Pues bien, una de ellas muy anciana, la más
anciana de todas, acercóse a él y cuando la saludó
de la misma forma, respondió: -Ça ne vas pas... Je
suis sourde... Vous devriez me guérir (Mal...
estoy sorda... usted debería curarme). Y don
Bosco: -<((**It15.502**)) al
aludir quizás a una publicación, y alzar la voz
contra los que le atribuían el don de milagros.
Don Bosco, dijo, sería el último de los
hombres, si se arrogase un poder semejante.
Ciertamente se han conseguido gracias
extraordinarias, pero ha sido la Santísima Virgen
quien las ha hecho en favor de nuestras obras:
Ella las obtiene de su divino Hijo para los que
socorren a los huérfanos que tanto quiere.
Nuestras casas, que viven únicamente de la caridad
de los fieles, no podrían subsistir, si estas
gracias extraordinarias no vinieran a despertar la
caridad cristiana, haciendo llegar a nuestras
manos el tributo del agradecimiento. He ahí por
qué Dios, cuya asistencia hasta milagrosa no falta
jamás cuando es necesaria, viene en nuestro
auxilio con tan señalados favores.
Añadió algunas noticias sobre las misiones de
la Patagonia y, después de enumerar las ventajas
de la caridad, pasó él mismo a hacer la cuestación
destinada a la casa de La Navarre. Allí se hizo,
además, una segunda llamada para el mismo fin por
el predicador de la cuaresma. Después de la misa
del lunes, recomendó una tercera cuestación en
favor de la iglesia y el hospicio del Sagrado
Corazón haciendo notar que aquella limosna tenía
tres rasgos, pues era, al mismo tiempo, un acto de
religión y amor al Sagrado Corazón de Jesús y a la
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