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((**Es15.430**) escribe el periódico ya varias veces citado, demuestra su sencillez, la reputación de virtud que goza don Bosco entre nosotros>>. Asediado hasta el último instante por toda suerte de personas, dijo al subir al tren, a quien le esperaba a su lado: -Yo espero que Toulouse ofrezca una columna para la iglesia del Sagrado n de Jesús en Roma, en la cual se grabe el elogio que hizo Pío IX de esta ciudad, cuando la saludó llamándola Tolosa fidelis (la fiel Toulouse). Ya corría una suscripción para costear una columna en la proyectada basílica de Montmartre; pero La Semaine abrió otra suscripción para la destinada a la del Castro Pretorio, y daba la razón con estas palabras: <>. A un religioso francés ((**It15.497**)) que, calculando los millones absorbidos por el voto nacional, pronosticaba a don Bosco la poca suerte que tendría en Francia su cuestación por la iglesia de Roma, le respondió: -íQué mal conoce usted su país! Francia tiene oro para todas las necesidades y da sin cesar y sin cansarse. A pesar de todas sus tempestades y pruebas, siempre es para quien la conoce bien, y don Bosco lo sabe, siempre es la generosa Francia. Los hechos le dieron plenamente la razón. La suscripción obtuvo tres mil quinientos cincuenta y siete francos, algo más de lo que se necesitaba para la columna, que en la basílica romana dará testimonio de la generosidad francesa de Toulouse 1. En cuanto a enviar a los salesianos, don Bosco manifestó su buena voluntad; pero no ocultó que había mucho que hacer antes de que se pudieran cumplir los deseos de aquellos buenos amigos. Los locales eran insuficientes; además, era imprescindible dotarlos de talleres en casa, para que los muchachos no tuvieran que ir a trabajar fuera de ella. Sus observaciones se tomaron muy en serio y enseguida se comenzaron algunos trabajos. Se quería a los salesianos para octubre, pero era demasiado pronto. Por otra parte, se despidió al personal antiguo para que buscara colocación y, por consiguiente, no se podía seguir adelante; por lo que, en 1883, fueron llamados otros religiosos. Pero había, además, una dificultad mayor para don Bosco. En un anuario del orfanato 2 se lee entre líneas que no se quería entregar a 1 La monografía de Tournier tiene un apéndice con la lista de todos los que contribuyeron de algún modo; así figura en ella el Cardenal con veinticinco francos. 2 L. c. págs. 81-2. (**Es15.430**))
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