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-Tú esperas que te dé la propina; pero te la
dará más abundante el Señor. Sigue ayudando en lo
que puedas a don José Bologna. Tú irás con él por
Francia a varias casas a las que será enviado como
Director; pero no acabará él sus días en estas
tierras, sino que irá a morir en Turín. Cuando
recibas la noticia de su muerte, prepárate, porque
deberás seguirle a corto plazo.
En efecto, don José Bologna murió de muerte
repentina el 4 de enero de 1907 en el Oratorio, y
Nasi le siguió el 7 de diciembre del mismo año.
Otro tanto resplandecía en don Bosco su
espíritu sacerdotal. Se habían reunido en un
magnífico salón en torno al Siervo de Dios
personajes del gran mundo de Marsella y se
entretenían con él que iba hablando ora con uno,
ora con otro, y diciendo a todos algo referente al
alma. El marqués de Villeneuve Trans, que le
observaba, se acercó a don Pablo Albera y le dijo:
-Dom Bosco préche toujours (don Bosco predica
siempre).
Dio mucho que hablar de él un gesto de
exquisita delicadeza, que tuvo en casa de los
buenos cooperadores señores Olive. Un día,
cediendo la señora a un impulso de generosidad,
sacóse del dedo un anillo de mucho valor y
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ofreció. Don Bosco no consideró prudente aceptar
el donativo y, alargando su mano, con la palma
vuelta hacia la señora, le dijo:
-Mire, señora, esto es un recuerdo de familia;
por tanto, es mejor que usted lo conserve.
Pero ella insistía, queriendo que lo aceptase a
toda costa. Entonces el Siervo de Dios contestó:
-Bien, al regalármelo, >>estará conforme con
que yo haga de él lo que me parezca mejor? Con
esta condición, estoy dispuesto a recibirlo.
Ante la respuesta afirmativa de la señora, don
Bosco tendió la mano y, tomando con dos dedos el
anillo, siguió diciendo:
-Bueno; lo acepto con gusto. Y ahora que es mío
se lo regalo a usted.
Enternecida la señora, no pudo rechazarlo. Este
anillo se conserva religiosamente por la familia
como una preciosa reliquia del Santo.
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