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porque así obligará a la Providencia a intervenir
y, mientras tanto, mantiene a la Junta en la
necesidad de moverse para aumentar el número de
los suscriptores>>.
Respecto al <>, que recuerdan
las actas sumariamente, nos da más detalles el
director, don José Bologna, testigo ocular. Una
rica señorita, enferma y postrada en cama desde
hacía tres años, apenas recibió la bendición de
don Bosco, se levantó y después le acompañó hasta
la puerta. Todos estaban maravillados y lloraban.
Las mujeres de servicio parecían locas. La
señorita gritaba con todas sus fuerzas:
-La Vierge m'a guérie! La Vierge m'a guérie!
(íLa Virgen me ha curado!).
El mismo don Bosco, apenas podía calmar a la
madre. En la casa lloraban todos y don Bosco con
ellos.
Don José Bologna cuenta otras tres gracias,
<>. Un joven que tenía una
fístula en un ojo, recibió su bendición y quedó
perfectamente curado a los dos días. Una pobre
mujer fue a recomendar a una hermana suya que no
podía moverse del sillón, en que la colocaban, y
cuando volvió a casa la encontró curada por
completo. El domingo diecinueve de febrero visitó
a una señora que estaba muy grave, víctima de una
pleuresía violentísima, y los médicos no daban
ninguna esperanza. Don Bosco rezó, le dijo que
recitara una oración hasta la fiesta de san José y
le aseguró que curaría. En efecto, tres días
después estaba en plena convalecencia. Una cuarta
gracia de las que no hacían ningún ruido, la
cuenta D'Espiney en las posteriores ediciones de
su Dom Bosco. Una señora, deshecha en llanto
porque sus hijos, el yerno y la nuera la trataban
muy mal, acudió a don Bosco en busca de una
palabra de consuelo.
-Rece a María Auxiliadora, le dijo él, y venga
mañana a comulgar en mi misa, ((**It15.490**)) que yo
aplicaré por usted.
La señora obedeció. Y ícuál no fue su
maravilla, al volver de la iglesia y encontrarse
en el salón a sus hijos que lamentaban su mal
comportamiento con ella y le prometían formalmente
repararlo en adelante. Sellaron con lágrimas y
abrazos sus buenos propósitos 1.
En Marsella manifestó también su espíritu
profético. El coadjutor Luis Nasi tenía el honor
de servirle de barbero. Un día, mientras besaba su
mano, después de afeitarle, díjole don Bosco:
1 En la Vida en dos volúmenes, aparece en el
año 1882 (vol. II, pág. 530) la curación de la
señorita Flandrin. Pero D'Espiney la cuenta en la
edición de 1881 como sucedida aquel mismo año. Por
otra parte, las circunstancias de la salida de
Marsella en 1882 no se concilian con las del
suceso. (Véase más atrás pág. 60).
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