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huérfanos y una comunidad de Hermanas; son dos
cosas que deben estar bien separadas en razón de
los inconvenientes que podrían derivarse con un
trato demasiado frecuente. La casa de Turín está
conformada de tal modo que se han podido obviar
estos inconvenientes;
pero tengo la satisfacción de decir que, en breve,
también la de Marsella tendrá las mismas
facilidades.
La junta de Marsella se ocupaba también de la
lavandería. Un día a la semana, las socias que
podían, iban a trabajar con las Hermanas.Pues
bien, refiriéndose a una de las facilidades
anunciadas, es decir, a una sala adaptada para
este fin, don Bosco ((**It15.487**))
presentó el ejemplo de Valdocco.
-En Turín, dijo, la residencia de las Hermanas
está situada junto a la de los Salesianos; y hay
en ella un salón, en donde dos o tres religiosas y
algunas señoras hacen diversos paquetes de ropa
blanca para remendar y los envían a personas
caritativas que se encargan de coserla. Allí se
examina la ropa, no para remendar la que ya no
admite arreglo, sino para ver si aún hay pedazos
aprovechables, cortarlos, y a modo de ejemplo, con
cuatro camisas hacer una.
Y volviendo al tema anterior, continuó:
-El oratorio de San León no es solamente un
asilo de huérfanos, sino además, una casa de
religiosos, sacerdotes y clérigos, lo cual impone
una prudente discreción. íAh! continuó avec
l'expression d'un sentiment profond, (con la
expresión de un sentimiento profundo) si las casas
salesianas no fueran como es necesario que sean,
preferiría que dejaran de existir. La divina
Providencia abreviará aquí, sin duda, las
condiciones transitorias impuestas por la
necesidad; con treinta y cinco mil francos se
transformaría la vivienda de las Hermanas de forma
conveniente y definitiva. Ya está elegido el sitio
de una casa para ellas.
Al llegar aquí, añadió el abate Guiol que
también estaban preparados los planos y que se
tenía la piadosa esperanza de poderlos realizar. Y
agrega la secretaria en su acta: <>.
Don Bosco siguió diciendo:
-Ah, sí; la protección de la divina Providencia
es verdaderamente admirable. Al principio del año
pasado no había nada para la iglesia del Sagrado
Corazón en Roma y, en el transcurso de los doce
meses, se han invertido trescientas cincuenta mil
liras, gracias a las limosnas recibidas; de forma
que los trabajos, que parecía iban a durar
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