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((**Es15.416**) las estepas patagónicas predicando y bautizando. Se estudiaba como fundar en aquellas tierras extremas de América del sur tres vicariatos apostólicos. Para ello tropezó don Bosco con una dificultad. Le decían por un lado las Congregaciones Romanas: -Si quiere vicariatos apostólicos, tiene que aumentar el número de sus misioneros. Por otro lado, la Obra de la Propagación de la Fe le decía: -Si quiere nuestra ayuda, es necesario que sus misioneros no dependan de una diócesis, sino de un vicariato apostólico. >>Cómo salir de aquel cerco? >>Cómo tener Misioneros sin medios? >>Y dónde encontrarlos, si la Propagación de la Fe le negaba su apoyo material y moral? Y, entonces, con datos geográficos en la mano, hizo presente a su auditorio la extensión de la diócesis de Buenos Aires para sacar en conclusión que, con todo derecho, la Propagación de la Fe podía considerar como país de misión todo el territorio situado más allá del río Colorado. Rogóle el presidente a continuación que le proporcionara datos precisos sobre el estado actual de la Misión, ya que los reglamentos de la Obra no permitían ayudar en Europa a centros destinados a la formación de misioneros, como don Bosco había solicitado; pero que se podían agenciar recursos para los viajes de Misioneros que se dirigían directamente a lugares de Misión; y de todos modos no se podía tomar ninguna decisión hasta no poseer datos precisos. ((**It15.480**)) Uno de los dirigentes preguntó a don Bosco cómo había podido él solo, y en tan corto tiempo, hallar fondos para hacer frente a los ingentes gastos, que indudablemente se le habían presentado. -íLa divina Providencia!, exclamó don Bosco, levantando los ojos y los brazos al cielo. Y contó un caso que le había sucedido pocos días antes en Turín. -Estaba para llegar el empresario que se había hecho cargo de los trabajos de la iglesia del Sagrado Corazón en Roma y venía para cobrar quince mil liras. Debía yo tenerlas preparadas para las cinco de la tarde. >>Cómo arreglármelas cuando, a las cuatro y media, no había nada en caja? Como solía hacer en casos semejantes, don Bosco mandó a algunos muchachos a rezar ante el Santísimo Sacramento, y he aquí lo que ocurrió. Llegó al Oratorio un sacerdote forastero, que pedía hablar con él. Le acompañaron a su presencia y contó cómo, a fuerza de ahorrar, había reunido ocho mil liras, que estaba decidido a dejar en testamento a don Bosco, y que un amigo suyo estaba dispuesto a (**Es15.416**))
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