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Que Dios bendiga a S. E. y familia y ruegue por
este pobrecillo que siempre será en J. C.
De V.E.
Turín, 4-81.
Su seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
((**It15.448**)) Agradó
al Conde la elección y dio carta blanca al teólogo
Margotti, que era uno de los convidados, para
organizar la fiesta.
Y he aquí otro caso que manifiesta cómo don
Bosco sabía captarse la simpatía de todos.
Margotti, que era diputado en el Parlamento
subalpino y escritor de fama, pasaba por el líder
de los católicos italianos que, entonces, se
llamaban intransigentes. Era enemigo declarado de
liberales y sectarios y hacía de cada número de su
Unit… Cattolica una batalla. Nada, pues, más
opuesto a la actitud de don Bosco. Y, sin embargo,
estos dos hombres se apreciaron sinceramente.
Es cierto que, en los últimos tiempos, se
traslucía en el periódico cierta reserva respecto
a don Bosco; pero, así lo exigían razones de
prudencia, que quizás ponía el mismo Siervo de
Dios, para no disgustar a la autoridad diocesana,
tan adversa para él. Pero sus sentimientos fueron
siempre los mismos.
Y, para que algunas apariencias no engendren
dudas en lo porvenir, conviene publicar la carta,
que el gran polemista escribió en aquella ocasión
al manso hombre de Dios. Después de manifestarse
<>, decíale el ocho de
enero:
<>, a su elección. El conde quería
enviarle un coche; pero me he encargado yo de
acompañarle a usted y a su <>. Y ahora
he aquí mi propuesta. El jueves, trece, se
inaugura el teatro de Valsálice. Vaya usted a la
inauguración, como ha prometido a los alumnos. Yo
también iré y, como el teatro acaba a las cinco y
media, entonces
1 Le correspondía el título de Excelencia por
los altos cargos tenidos en la Corte, en tiempo de
Carlos Alberto.
2 Quiere decir un banquete espléndido; pero
había, además, entre los convidados, auténticos
diplomáticos, como el conde de Donato, real
embajador de Italia ante el Sha de Persia; la
familia de este Conde posee el autógrafo de la
sobredicha carta.
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