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en una audiencia a fines de noviembre. Sin mostrar
que conocía el resultado de la última petición, el
Procurador le rogó, en nombre de don Bosco, que le
dijera algo. El Cardenal le respondió secamente
que no sabía nada. Insistió el otro, diciendo que
monseñor Masotti, debía haberla presentado. Su
Eminencia respondió:
-Yo no me he ocupado de ello; cuando llegue
monseñor Masotti, pregúnteselo.
Quedaron un instante en silencio los dos. Los
ojos del Cardenal miraban al interlocutor con
arrogancia escrutadora. Este, algo atemorizado,
dijo:
-Mi venerado superior don Bosco, al no haber
podido tener el honor de ser admitido ante V. E.,
desearía saber si hay algo que advertir sobre
nuestra Congregación, porque recibiría con gusto
las observaciones y consejos.
La respuesta fue una mirada fulminante. Y
después, al ver que don Francisco Dalmazzo se
levantaba, exclamó con ironía:
-Don Bosco se ha portado caballerosamente.
Y mientras decía esto le acompañó hasta la
puerta y le despidió con este saludo en alta voz:
-Don Bosco no tiene espíritu religioso 1.
Tenía mucha razón monseñor Masotti al decir
poco después a don Francisco Dalmazzo que
encontraba el camino cubierto de espinas y que
convenía andar despacio, porque, dando tiempo al
tiempo, todo se arreglaría 2.
((**It15.437**)) Aún no
había pasado un mes, cuando don Bosco recibió de
la Santa Sede una prueba de confianza, de la que
él se valió para remachar sus razones de cara a
los privilegios. El Obispo de Mantua, monseñor
Berengo, preocupado porque no hallaba modo para
resolver las urgentes necesidades de su grey,
estaba dispuesto a hacer cualquier sacrificio, con
tal de tener a su disposición algunos sacerdotes
para enviarlos adonde más fuertemente se sentía el
malestar de los fieles. Recurrió, pues, al Padre
Santo para obtener un grupo de religiosos
procedentes de varias órdenes o congregaciones.
No gustó al Papa la idea de aquella mezcla,
sino que quiso que los ansiados operarios fueran
todos salesianos y, en tal sentido, hizo escribir
a don Bosco. Cumplió el encargo monseñor Boccali,
empleando términos de máxima alabanza para nuestra
Sociedad y explicando así
1 Carta de don Francisco Dalmazzo a don Bosco,
Roma, 30 de octubre 1882.
2 Carta de don Francisco Dalmazzo a don Bosco,
sin fecha, pero muy poco posterior a la
precedente.
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